martes, 28 de febrero de 2012

Los retos del movimiento del 15 de mayo, por Carlos Taibo

El futuro del movimiento del 15 de mayo depende de factores varios: si uno de ellos es la condición de las políticas de nuestros gobernantes, otro lo aportan circunstancias azarosas de muy difícil consideración. Pero, por encima de todo, el porvenir del movimiento depende de la capacidad de éste para hacer frente a un puñado de retos que se presentan en su horizonte inmediato. Identificaremos aquí diez de esos retos.

1. El movimiento debe combinar las grandes campañas -marchas, manifestaciones- con un trabajo local de carácter descentralizado. Las primeras contribuyen a fortalecer la imagen pública del 15-M, en tanto el segundo da sentido pleno a su presencia y amplía la base de apoyo. En la trastienda, l@s activistas del movimiento deben ser conscientes de que, aunque éste suscita una innegable simpatía entre la gente común, las más de las veces no provoca el acercamiento de esos simpatizantes declarados a asambleas y campañas.

2. Es urgente ratificar la deriva ideológica registrada desde la primavera y, al respecto, y en particular, hay que mantener la radicalidad sin exclusiones. En la mayoría de los lugares -claro que hay excepciones- el movimiento ha dejado atrás las propuestas de cariz meramente ciudadanista, que invitaban a contestar algún aspecto preciso del orden que padecemos, para adentrarse en otra de naturaleza orgullosamente anticapitalista, en franca y global contestación de la miseria que se nos ofrece. Cada vez se hace más necesario ir más allá de la crítica de los síntomas externos de la enfermedad -la corrupción, la precariedad- para apuntar al núcleo de los problemas: el capitalismo como un todo.

3. No pueden faltar los esfuerzos para conciliar las dos grandes posiciones que se hacen valer dentro del movimiento: si la primera aspira a formular propuestas que se espera sean atendidas por nuestros gobernantes, la segunda desea crear espacios de autonomía en los cuales, sin depender de nadie, procedamos a aplicar reglas del juego diferentes. Aunque esas dos posiciones arrastran raíces y métodos diferentes, tienen un largo camino común que recorrer.
Importa mucho, de cualquier manera, que el 15-M no se vea absorbido por el dramático cortoplacismo que hoy en día lo marca casi todo. En sus iniciativas deben estar presentes, siempre, la lucha antipatriarcal, la contestación del productivismo y la solidaridad internacionalista. Lo anterior implica trascender la mera defensa de una instancia, el Estado del bienestar, que política, económica y ecológicamente es inseparable del orden capitalista y a menudo da la espalda a los derechos de los pueblos del Sur.

4. Hay que trabajar denodadamente por el asentamiento del movimiento en los lugares en los que hasta hoy no ha estado presente. En paralelo, hay que revisar lo hecho en aquellos otros en los que el 15-M no ha funcionado a plena satisfacción. Con respecto a estos últimos, y dejando de lado los problemas vinculados con los escenarios más singulares -a menudo marcados por unas u otras manifestaciones de la cuestión nacional-, sobran las razones para concluir que el 15-M no se ha movido con soltura en los espacios en los que con anterioridad había poderosas y activas redes sociales. En esos lugares no ha sido percibido como una genuina novedad, ha tenido que enfrentar a menudo incomprensiones y, en su caso, ha heredado viejas polémicas y confrontaciones.

5. Conviene ahondar en la presencia del 15-M en las universidades. No se olvide que éstas, como tales, no se movilizaron en la primavera, aunque al cabo sí lo hicieran el otoño pasado. El impulso que las universidades pueden otorgarle al 15-M, y la imperiosa necesidad de dar réplica al plan de Bolonia y a la llamada Estrategia 2015, se antoja muy importante.
Está pendiente de fraguarse, por otra parte, la incorporación de los adolescentes al movimiento. Aunque las protestas del profesorado de enseñanza secundaria algún efecto han tenido en este terreno, la presencia de adolescentes en el 15-M sigue siendo infelizmente escasa.

6. Salta a la vista que una carencia mayor del movimiento es su precaria penetración en el mundo del trabajo. No es difícil identificar la razón principal: la mayoría de los integrantes iniciales del 15-M eran jóvenes de clase media que, parados o precarios, se hallaban en incipiente proceso de desclasamiento. Aunque con posterioridad se han incorporado muchos trabajadores asalariados, en la mayoría abrumadora de los casos se trata de quincemayistas de fin de semana: no parece que hayan trasladado a sus centros de trabajo, en otras palabras, la contestación que nace del movimiento. Cabe situar dentro de la misma problemática, por cierto, la escasa incorporación de inmigrantes al 15-M.
El movimiento está obligado a perfilar, por lo demás, cuál está llamada a ser su estrategia en este terreno, con dos principales opciones: trabajar en solitario -algo que se antoja complicado- o hacerlo de la mano del sindicalismo alternativo y resistente.

7. Otra de las carencias visibles del 15-M es su escasa penetración en el mundo rural. Allí donde está presente lo es casi siempre a través de personas, comúnmente jóvenes, que han abandonado las ciudades y se han trasladado a vivir al campo. Esto aparte, resulta muy común que l@s activistas que viven en pueblos hayan renunciado a organizar el 15-M en éstos y se hayan sumado sin más a las asambleas de las capitales de provincia. Los problemas consiguientes son tanto más llamativos cuanto que la apuesta del movimiento por la vida local, la democracia directa y la autogestión tiene mucho que ver, por razones obvias, con el mundo rural.

8. Hay un riesgo que el 15-M no corre: el de su desaparición de resultas de la eventual aceptación de algunas de sus demandas por parte de nuestros gobernantes. Es evidente que estos últimos van a ratificar e incrementar, antes bien, las agresiones contra derechos y libertades, algo que en buena ley debe hacer que un movimiento como el del 15 de mayo sea aún más necesario que en el pasado. Claro es que en este escenario el 15-M debe hacer frente con talento e imaginación a los imprevistos. No olvidemos al respecto, y es un ejemplo entre otros, que en los primeros meses de historia del movimiento la represión sobre éste ejercida resultó ser paradójicamente beneficiosa.

9. El movimiento debe estar atento a un imaginable abrazo del oso articulado orgánicamente por el Partido Socialista, ahora en la oposición en la mayoría de los lugares. El PSOE podría propiciar una masiva incorporación de militantes al 15-M en la perspectiva de utilizar éste como un ariete contra el Partido Popular. L@s activistas del movimiento deben estar atent@s a contrarrestar el inevitable efecto de descafeinamiento ideológico que se derivaría de lo anterior y a evitar los consiguientes equívocos: no tendría sentido que en adelante nos opongamos a los recortes de la mano de quienes, desde el gobierno, alentaron esos mismos recortes hace unos pocos meses.

10. Al cabo el principal reto del movimiento del 15 de mayo es el que pasa por fundir dos realidades: la de los integrantes de las clases medias que se hallan en activo proceso de desclasamiento, por un lado, y la de los trabajadores asalariados que, paralizados por los sindicatos mayoritarios, aún no se han movilizado para hacer frente a las agresiones que padecen. Esa fusión debe materializarse en un amplísimo movimiento que en todos los órdenes de la vida plantee el horizonte de la asamblea y de la autogestión para hacer frente -para dejar atrás- al capitalismo que padecemos, y para hacerlo, como ya señalamos con anterioridad, desde la perspectiva de la lucha antipatriarcal, de la contestación del productivismo y de la solidaridad con los pueblos del Sur.

viernes, 24 de febrero de 2012

Medio pan y un libro; de Federico García Lorca

Alocución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

"Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

"No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

"Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

"¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

"Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".


(A PUNTO DE CUMPLIRSE 80 AÑOS DE AQUEL DISCURSO, CUALQUIER SEMEJANZA CON LA ACTUALIDAD, NO ES PURA COINCIDENCIA)

miércoles, 22 de febrero de 2012

CARTA ABIERTA, Mikis Theodorakis Manolis Glezos

“En tiempos antiguos, la condonación por Solón de las deudas que obligaban a los pobres a ser esclavos de los ricos –la llamada reforma Seisachtheia, sentó las bases para la aparición, en la antigua Grecia, de las ideas de democracia, ciudadanía, política y Europa: los fundamentos de la cultura europea y mundial.

Luchando contra la clase de la riqueza, los ciudadanos de Atenas señalaron el camino para la constitución de Pericles y la filosofía política de Protágoras, quien dijo: “El hombre está muy por encima de todo el dinero”

Hoy en día, los ricos están tratando de tomarse la venganza en la mentalidad humana: “Los mercados están muy por encima de todos los hombres” es el lema que nuestros líderes políticos abrazan gustosamente, aliados al demonio dinero como nuevos Faustos.

Un puñado de bancos internacionales, agencias de información, fondos de inversión, en una concentración mundial del capital financiero sin precedentes históricos, reivindican el poder en Europa y en todo el mundo y preparan la abolición de nuestros estados y nuestra democracia, con el arma de la deuda, para esclavizar la población de Europa, poniendo en el lugar de las imperfectas democracias que tenemos la dictadura del dinero y la banca, el poder del imperio totalitario de la globalización, cuyo centro político está fuera de la Europa continental a pesar de la presencia de poderosos bancos europeos en el corazón del imperio.

Comenzaron con Grecia, utilizados como cobayas para trasladarse a otros países de la periferia europea, y poco a poco hacia el centro. La esperanza de algunos países europeos para escapar eventualmente demuestra que los líderes europeos se enfrentan a un nuevo “fascismo financiero”, no haciéndolo mejor que cuando se enfrentaron a la amenaza de Hitler en el período de entreguerras.

No es una casualidad que una gran parte de los medios de comunicación controlados por el banco se trate a los países de la periferia de Europa como “cerdos – pigs” y su campaña mediática, sádica y racista, vaya teñida de desprecio. Sus medios de comunicación no se dirigen sólo contra los griegos, sino también contra la herencia griega y la antigua civilización griega. Esta opción muestra los objetivos profundos y ocultos de la ideología y de los valores del capital financiero, promotor de un capitalismo de destrucción.

El intento de los medios de comunicación alemanes de humillar símbolos, como la Acrópolis o la Venus de Milo, monumentos que fueron respetados incluso por los oficiales de Hitler, no es sino una expresión del profundo desprecio de los banqueros que controlan los medios de comunicación, ya no tanto contra los griegos, sino sobretodo contra las ideas de libertad y democracia que nacieron en este país.

El monstruo financiero ha producido cuatro décadas de exención de impuestos para el capital, todo tipo de “liberalización del mercado”, una desregulación amplia, la abolición de todas las barreras a los flujos financieros y las especulaciones, los constantes ataques contra el Estado, la compra de partidos y medios de comunicación, la apropiación del excedente por un puñado de vampiros: los bancos mundiales de Wall Street. Ahora bien, este monstruo, un verdadero “Estado tras los Estados” parece preparado para asestar un “golpe de Estado permanente” financiero y político, y para más de cuatro décadas.

Frente al ataque, las fuerzas políticas de derecha política y la socialdemocracia parecen comprometidas después de décadas de entreguismo al capitalismo financiero, cuyos centros más grandes están fuera de Europa. Por otro lado, los sindicatos y los movimientos sociales aún no están lo suficientemente fuertes como para bloquear el ataque de manera decisiva como lo hicieron muchas veces en el pasado. El nuevo totalitarismo financiero busca aprovechar esta situación para imponer condiciones irreversibles en toda Europa.

Hoy, es tan necesario como urgente la coordinación inmediata y transfronteriza de los intelectuales, las gentes de las artes y las letras, los movimientos espontáneos, las fuerzas sociales y las personalidades que comprenden la importancia del reto; necesitamos crear un frente de resistencia potente contra “el imperio totalitario de la mundialización” que está en marcha, antes de que sea demasiado tarde.

Europa solo puede sobrevivir si presenta una respuesta unida contra los mercados, un reto mayor que el de ellos, un nuevo “New Deal” europeo.

Debemos detener de inmediato el ataque contra Grecia y los otros países de la UE en la periferia, hay que poner fin a esta política irresponsable y criminal de austeridad y privatización, que condujo directamente a una crisis peor que la de 1929.

Las deudas públicas deben ser reestructuradas de forma radical en la Eurozona, especialmente a expensas de los gigantes de la banca privada. Los bancos deben volver a ser evaluados y la financiación de la economía europea debe estar bajo control social, nacional y europeo. No es posible dejar la llave financiera de Europa en manos de los bancos, como Goldman Sachs, JP Morgan, UBS, Deutsche Bank, etc … Hay que prohibir los excesos incontrolados financieros que son la columna vertebral de capitalismo financiero destructivo y crear un verdadero desarrollo económico en lugar de ganancias especulativas.

La arquitectura actual, basada en el Tratado de Maastricht y las reglas de la OMC, ha instalado una máquina en Europa para fabricar deuda. Necesitamos un cambio radical de todos los tratados, la sumisión del BCE al control político de la población europea, una “regla de oro” para un mínimo del nivel social, fiscal y medioambiental de Europa. Necesitamos urgentemente un cambio de paradigma, un retorno al estímulo de crecimiento a través de la demanda de nuevos programas de inversión europeos, las nuevas regulaciones, los impuestos y el control del capital internacional y instalación de flujos, una nueva forma de proteccionismo suave y razonable en una Europa independiente sería protagonista en la lucha por un mundo multipolar, democrático, ecológico y social.

Llamamos a las fuerzas y personas que comparten estas ideas a convergir en un amplio frente de acción europea lo antes posible, para producir un programa de transición de Europa, para coordinar nuestra acción internacional, con el fin de movilizar a las fuerzas del movimiento popular, para revertir el actual equilibrio de fuerzas y derrotar a los líderes actuales históricamente irresponsables de nuestros países, con el fin de salvar a nuestro pueblo y a nuestra sociedad antes de que sea demasiado tarde para Europa.”

Mikis Theodorakis
Manolis Glezos

lunes, 20 de febrero de 2012

La deriva del 15-M: almas, corrimientos, apoyo mutuo


por Carlos Taibo

Aunque la realidad hoy es más compleja, y las diferencias no faltan según los lugares, en su momento inicial el movimiento del 15 de mayo mostró dos almas diferentes. Si la primera la aportaban lo que acaso con poca fortuna hemos llamado ‘jóvenes indignados’, la segunda la configuraban las gentes de los movimientos sociales alternativos. Mientras en la primera se daban cita ante todo integrantes de las clases medias en activo proceso de desclasamiento, en la segunda se hacían valer realidades muy dispares, y entre ellas muchas de las vinculadas con las luchas obreras de siempre.

A mi entender, lo más común ha sido que esas dos almas se hayan vivificado mutuamente o, lo que es lo mismo, que hayan aprendido la una de la otra. Semejante vivificación ha corrido de la mano, con todo, de un corrimiento ideológico que merece atención. Y es que en la mayoría de los lugares -vuelvo a poner por delante esta cláusula- muchos de los ‘jóvenes indignados’, que en primera instancia parecían próximos a una propuesta meramente ciudadanista, han aceptado el buen sentido de un proyecto orgullosamente anticapitalista. Aclaremos qué es lo que significan los dos adjetivos que acabamos de emplear. Si el ciudadanismo plantea demandas que afectan en exclusiva a alguna cuestión precisa, no cuestiona el orden general del sistema y, al cabo, no pretende articular movimientos con vocación de permanecer, en el caso del anticapitalismo nos hallamos ante una contestación general y radical del sistema que se nos impone, una contestación que por lógica, y dada la magnitud de la tarea, debe materializarse en organizaciones con franca vocación de pervivir.

Retratemos lo anterior de la mano de una afirmación más precisa: en origen muchos de los ‘jóvenes indignados’ parecían contentarse con el cuestionamiento de lo que cabe entender que es la epidermis del sistema. El objeto de sus diatribas eran, por rescatar dos grandes discusiones, la corrupción y la precariedad. Aunque se trata, sí, de problemas importantes, no conviene engañarse en lo que hace a su relieve. Uno puede imaginar -ya sé que no es fácil- que conseguimos acabar con la corrupción: tal éxito en modo alguno será el final de nuestros problemas, toda vez que la lógica general de un sistema explotador y excluyente, el capitalismo, seguirá perviviendo por detrás. Otro tanto cabe decir de la precariedad, por muy cierto que sea que esta última marca poderosamente la vida cotidiana de muchas personas.

Pese a que muchos de los ‘jóvenes indignados’ han dejado atrás la contestación de la epidermis para encarar los problemas de fondo, a menudo perviven, entre lo que queda de las dos almas iniciales del movimiento, dos perspectivas diferentes. La primera, la más común entre los jóvenes recién mencionados, considera que nuestra tarea principal consiste en plantear propuestas que debemos esperar sean tomadas en consideración por nuestros gobernantes. La segunda estima, en cambio, que debemos crear espacios de autonomía en los cuales -sin precisar para nada de esos gobernantes- apliquemos reglas que, asentadas en la democracia de base, en la autogestión y en el apoyo mutuo, tienen por fuerza que ser muy diferentes de las hoy imperantes.

Salta a la vista que esas dos percepciones -mis preferencias se inclinan claramente por la segunda- son muy distintas. He tenido en ocasiones la oportunidad de comprobar, sin embargo, cómo pueden coexistir de manera llevaderamente fructífera. Valga un ejemplo, uno más, de lo que quiero decir: somos muchos los que no sentimos entusiasmo alguno por una propuesta, la que reclama una reforma de la ley electoral, que se sitúa en el terreno de la primera de las perspectivas que he identificado. No sentir entusiasmo por ella en modo alguno supone que cerremos los ojos ante la injusticia lacerante de la ley electoral en vigor. Así las cosas, si alguien nos pide nuestro apoyo para reclamar una reforma de esa ley, no hay mayor motivo para negarlo. Ese respaldo debe tener, con todo, su contrapartida: como quiera que no hay ningún motivo para concluir que quienes reivindican reformas en la ley electoral son hostiles a la creación de esos espacios de autonomía de los que antes hablé, lo suyo es que pidamos a estas gentes que en modo alguno nos dejen solos en la tarea correspondiente. Tiempo habrá para discutir, en suma, cuál de los dos proyectos que perviven tiene mejor sentido.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Las Reformas laborales en España: De trabajadores a mercancías; por Alejandro Mora


Hay que reformar el “mercado sanitario” y el “mercado educativo”. Igual que sentimos un escalofrío cuando la sanidad o la educación se equiparan a simples mercancías, si en estos días una persona despertara de un coma de 30 años se angustiaría al escuchar hablar sobre la reforma del “mercado de trabajo”, porque intuiría que bajo ese ropaje se querían reformar los derechos laborales (a la baja).

El derecho laboral nace de la desigual relación que existe entre el trabajador asalariado y el empleador, y es el poder público legislando quien protege a la parte más débil de esa relación: el trabajador. En España, la Ley de 1873 sobre niños obreros, la Ley de condiciones de trabajo de mujeres y menores, la Ley de Accidentes laborales -ambas de 1900-, junto con la creación de la inspección de trabajo en 1906 y, posteriormente, de los “tribunales industriales”, fueron los primeros pasos del derecho laboral y de su intento de aplicación. También por aquel tiempo los países firmantes del Tratado de Versalles recogían en 1919 que “el trabajo no debe ser considerado mercancía”.

Por el contrario, el “mercado de trabajo” borra toda relación desigual entre trabajadores asalariados y propietarios, poniendo de forma engañosa en pie de igualdad a oferentes y demandantes de trabajo; unos y otros acuden libremente –nos dirán-, al mercado de trabajo. Si asumimos impunemente, con esta terminología, que el trabajo es una mercancía (como las naranjas o los tornillos) nos veremos obligados a batallar en su terreno con sus reglas de juego, y nos bastará con abrir el más básico de los libros de introducción a la economía neoclásica para entender las reformas laborales que se vienen aplicando en España a lo largo de los últimos 30 años.

Veamos; el mercado idealizado que aparece en los libros neoclásicos sólo funciona si:
1. Los trabajadores y los propietarios carecen de poder para determinar el precio del trabajo, son precio aceptantes. Cualquier intervención coaligada de grupos o del mismo Estado acabaría con el modelo. El Derecho del trabajo es incompatible con esta premisa salvo que haciendo dejación de funciones se auto inmole en sucesivos pasos:
Primero, dejando de ser garante de determinados derechos y convirtiéndolos en motivo de acuerdo colectivo entre las partes. “Para ello, espacios hasta ahora reservados a la regulación estatal pasan al terreno de la negociación colectiva” (Exposición de motivos Ley 11/1994). Algunos de esos “espacios” fueron los complementos salariales, la estructura del salario, y la movilidad geográfica y funcional.

Segundo, (ultimada en estos días): transfiriendo asuntos que eran competencia de la negociación colectiva hacia la negociación individual entre trabajador y empresa.
Que nadie se lleve a engaño, si los ciudadanos y trabajadores no despertamos habrá un tercero y un cuarto paso. La protección al trabajador individual que quede tras esta reforma laboral, la flexibilidad que hoy se demanda, será entendida mañana como rigidez endiablada que provoca todos los males y que de nuevo hay que corregir. El ejemplo lo tenemos con la negociación colectiva que en la reforma de 1994 era un instrumento fundamental de flexibilidad frente a la rigidez del Estado como garante,

“Respecto de la negociación colectiva, se parte de la idea de que debe ser un instrumento fundamental para la deseable adaptabilidad por su capacidad de acercamiento a las diversas y cambiantes situaciones de los sectores de actividad y de las empresas.” (Exposición de motivos Ley 11/1994)
y en la reforma de estos días una rémora por su rigidez
“Las modificaciones operadas en estas materias responden al objetivo de procurar que la negociación colectiva sea un instrumento, y no un obstáculo, para adaptar las condiciones laborales a las concretas circunstancias de la empresa” (Exposición de motivos Real Decreto-ley 3/2012)
¿Y así, hasta dónde?: hasta que las personas nos convirtamos en naranjas que ni se las escucha, ni padecen.

2. En el mercado perfecto que aparece en los libros neoclásicos cualquier factor (también trabajo) se compra y se vende en cualquier cantidad, porque de lo contrario el mercado no funciona. En España, desde 1976 (Ley de Relaciones Laborales) el contrato se presupone indefinido, por lo que si el propietario quiere acabar con el contrato unilateralmente –dejando de comprar una determinada cantidad de trabajo- tiene que pagar por ello una indemnización, lo que proporciona estabilidad al trabajador en su puesto de trabajo (precisamente la barrera del despido hace que este se denomine indefinido). Esta defensa del eslabón más débil, la persona que trabaja, choca con el concepto de mercancía pues el que se compre una cantidad de mercancía hoy no exige ni penaliza (mediante una indemnización) el que no se compre mañana. En la deriva de convertir a los trabajadores en mercancía se entienden las reformas de las tres últimas décadas que intentan reducir el coste del despido por tres caminos que corren paralelos y se refuerzan mutuamente:
Primero: la ley 10/1984 abrió la puerta al contrato temporal (no causal) con una indemnización muy reducida, 12 días por año trabajado (y nula para contratos de formación y prácticas), frente a los 45 días en los indefinidos. Creada la dualidad, se presenta ésta como el mal endémico del mundo laboral y a continuación toda solución sólo pasa por reducir la indemnización del indefinido para acercarse al temporal y no al contrario. Así la Ley 63/1997 creó para colectivos muy especiales un contrato indefinido con 33 días de despido (y tope 24 meses y no 42 meses), el Real Decreto-ley 10/2010 universalizó los 33 días para todos los parados, y el Real Decreto-ley 3/2012 para todos sin la condición de estar parado, al tiempo que abre la puerta al despido libre, con el contrato a prueba de un año, en este primer momento para un colectivo muy específico, menores de 30 años y en PYMES de menos de 50 trabajadores, para que en sucesivas reformas puedan ir incorporándose otros colectivos y tipos de empresas.

Segundo: pero que dada la carga de profundidad podía ser el primero, recortar los casos de despido improcedente (ampliando la definición del despido por causas objetivas) y su coste de indemnización. Las sucesivas reformas 94, 97… hasta la última de 2010 han redefinido las causas objetivas, y se ha reducido paulatinamente la indemnización de 32 a 20 días en el despido procedente. La actual modificación da un vuelco al artículo 82.3 del Estatuto de los trabajadores (ET) al considerar causa objetiva “la disminución persistente de su nivel de ingresos o ventas. En todo caso, se entenderá que la disminución es persistente si se produce durante dos trimestres consecutivos”. Estas y otras medidas conducen a igualar la indemnización del indefinido y del temporal, lo que nos conduce al tercer camino.

Tercero: redefinir el concepto de trabajo indefinido obviando lo que le hace indefinido, la indemnización. Se reduce su indemnización, vaciándolo de contenido, quedando sólo el nombre al equipar su protección al del contrato temporal “(…) la contratación temporal. Lo primordial es el objetivo final de que en 2015 sean 12 días de indemnización, que es exactamente lo que tendría que pagar un empresario que despida en ese momento por causas objetivas a un trabajador fijo, ya que de los 20 días reglados habría que deducir los ocho días de subsidio. De esa manera, se incentivará la contratación indefinida.” (Declaraciones del Ministro de trabajo el 17/06/2010).

La reforma que se anuncia en estos días continúa el camino de la mercantilización del trabajo. El que el contrato indefinido tenga finalmente una indemnización de 20 días por despido procedente (que también se aplica si el trabajador no acepta la imposición del propietario que modifica unilateralemte el horario, jornada, sueldo etc –explosionando el artículo 41 del ET) o de 33 días por el despido improcedente, es sólo otro escalón más hasta que no exista indemnización, la negociación sea simple imposición por la parte más fuerte, el empleador, y las personas seamos naranjas.

En definitiva, discutamos las “reformas laborales” pero rechacemos frontalmente la terminología “reformas del mercado laboral” porque debajo de las palabras esconde soluciones y una tendencia que deterioran el bienestar de la mayoría.
Llegados a este punto convendría recordar a los economistas neoliberales, y a los políticos que siguen sus consejos, que si todos tenemos como objetivo económico el bienestar de todos los ciudadanos, este se puede lograr: uno, mediante una adecuada distribución de la renta –que se consigue con reformas laborales que favorezcan a la posición más débil-, repartiendo con más justicia el valor añadido que genera la actividad económica. Dos, corrigiendo la distribución inicial a través de impuestos progresivos (para que los que obtuvieron más del primer reparto devuelvan una parte a la sociedad que les permitió conseguirlo). Si el mayor bienestar de todos no se logra por ninguno de estos dos medios, el (gasto en) bienestar del conjunto de los ciudadanos caerá. El emitir deuda y pagar el tipo de interés de mercado para pedir prestado un dinero que tendría que haber sido recaudado o repartido desde el inicio (de ahí la importancia de las reformas laborales) además de no resolver el problema del bienestar del conjunto, más allá del corto plazo, supone recompensar de nuevo a los que presionaron para que las leyes de la sociedad (laborales y tributarias) permitieran su situación ventajosa a costa del resto.

Los que desde la economía neoclásica, con su fe ciega en el mercado, alientan esta realidad tendrían que hacerse responsables de sus acciones -pues así sólo se alcanza el bienestar para algunos-, y recordar las palabras del maestro José Luis Sampedro: “Los economistas se dividen en dos: los que hacen más ricos a los ricos y los que hacen menos pobres a los pobres”.
Alejandro Mora Rodríguez. Ex profesor de economía de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de econoNuestra.

jueves, 9 de febrero de 2012

Ciudadanía y los falsos debates, por Agustín Moreno (*)



8 de febrero de 2012

1. El gobierno del PSOE, a partir de la LOE, implantó desde 2007 la asignatura Educación para la Ciudadanía, que ha sido objeto de encendidas polémicas políticas y educativas. Asignaturas con un contenido similar se imparten en otros países europeos con el objetivo común de contribuir a la formación de ciudadanos libres, críticos, con autonomía de juicios morales y comprometidos con su sociedad y su tiempo.

La derecha política y la iglesia católica arremetieron contra ella desde el primer momento y emprendieron una campaña de gran furia ideológica y ruido mediático. Acostumbrados al monopolio del adoctrinamiento religioso y moral, lanzaron una campaña de objeción poco seguida contra la ley. Y contra la realidad: parece que lo que más les molesta es la modernización de la sociedad española y cuestiones referidas a la educación afectiva o a la pluralidad social realmente existente, algo que contrasta con su arquetipo de familia de juego de cartas: abuelo/a, padre/madre e hijo/a panaderos.

Tras el recorrido de las denuncias a la asignatura por los distintos ámbitos judiciales, el Tribunal Supremo resolvió en 2009 que la objeción era ilegal y que en todo caso lo que habría que controlar era el contenido curricular en algunos manuales. Ahora le toca el turno al Tribunal Constitucional, que deberá resolver sobre si es absoluto el derecho de los padres a que sus hijos reciban formación religiosa y moral de acuerdo con sus propias convicciones o si las instituciones públicas tienen algo que decir sobre derechos fundamentales. Es razonable pensar que el Constitucional rechace el recurso de amparo, como ya ha hecho el Tribunal Supremo, y argumente en la línea de que la formación democrática de los ciudadanos dentro del sistema educativo es constitucionalmente imperativa, sin que deba considerase monopolio de los padres y de las iglesias.

2. Y en esto llegó el ministro Wert y vuelve a traer la crispación. Justo cuando sectores católicos muy vinculados a la educación aceptaban la asignatura, el Supremo había resuelto a favor y, con ello, el PP se había alejado de las posiciones objetoras y el tema estaba a punto de cerrarse en el Constitucional, Wert se alinea con los sectores más integristas de la derecha y del catolicismo.

Dice que la asignatura reformada hablará de constitución y de instituciones española y europeas. Hay que recordarle que estos temas ya se abordan en el currículo de Ciencias Sociales y de Historia. También que si dice estar en contra del adoctrinamiento del alumnado, por coherencia se debería plantear sacar la religión de los centros educativos.

Veremos finalmente que es lo que molesta al PP (¿igualdad de género, pluralidad social y familiar, educación afectivo sexual, derechos humanos, consumo responsable…?) y con ello su grado de modernidad y el de supeditación a la ultraderecha y al integrismo religioso.

En fin, que entre la manipulación del ensayo crítico (que no manual) de los Fernández Liria y Alegre Zahonero, la metedura de pata con las avalanchas de Ceuta y Melilla, y lo de los toros, parece que tenemos más un busto parlante que un ministro de Educación serio y competente.

3. Pero hay un tema del que nadie habla, y es que esa asignatura, tan importante para unos y tan denostada por otros, tan solo tiene ¡una hora! semanal para impartirla en 2º y en 4º de ESO; que en 4º de la ESO ha retrocedido de dos horas (Ética) a una hora con más contenido (Ética y Ciudadanía); que en cuanto coincide una clase con fiesta o puente, se pierde el contacto en quince días y se hace imposible aplicar el programa; que profesores partidarios de trabajar valores de forma transversal reniegan de la asignatura y, si pueden, no la imparten.

Que los rifirrafes mediáticos no encubran la miseria de la carga horaria que convierte a una asignatura supuestamente importante en una maría. Es un claro ejemplo de los falsos debates típicos de la política española: unos aparecen como los grandes defensores del progresismo (con solo una hora para ejercerlo) y otros ponen el grito en el cielo con el propósito de que no les toquen sus seculares privilegios materiales e ideológicos. Y con estas diferencias puntuales disimulan sus grandes coincidencias en temas de fondo, como la política económica o la forma de Estado.

Y, sobre todo, que el debate sobre la Educación para la Ciudadanía no enmascare con una cortina de humo los auténticos problemas de la educación en España: cómo reducir las tasas de fracaso escolar que doblan la media europea y cómo asegurar una educación pública de calidad para todos.
(*) Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid). Fue secretario de Acción Sindical de CCOO de 1977 a 1996.

viernes, 3 de febrero de 2012

15-M: contra el pesimismo, por Carlos Taibo

Si de siempre hemos tenido problemas a la hora de evaluar lo que ocurre con nuestros movimientos sociales, a duras penas esos problemas podrían faltar en el caso del 15-M. Por momentos parece que se ha extendido un pesimismo sin límites que no aprecia en ese movimiento otra cosa que un permanente declive. En la gestación de ese estado de ánimo se dan cita, por una parte, los pesimistas ‘internos’ –aquellos que no aprecian sino rasgos negativos en el movimiento— y, por el otro, los ecos del discurso de los medios de incomunicación del sistema.

A esos medios que acabo de mencionar sólo les interesa el 15-M cuando hay algo gordo de por medio. Le prestan atención, las más de las veces amañada, a alguna manifestación de la represión policial y procuran acompañar, por citar otro ejemplo, macromanifestaciones como las registradas el 19 de junio o el 15 de octubre del año pasado. Nada quieren saber, en cambio, del terreno en el que en los hechos se dirimen la realidad y el futuro del 15-M: el del trabajo cotidiano, a menudo sórdido y poco vistoso, de un movimiento que permanece vivo y activo. Y es que cuando se asume esa tarea que los medios prefieren esquivar la imagen del 15-M no invita precisamente al pesimismo. El movimiento está ahí, su presencia y sus iniciativas son constantes, no ha perdido un ápice de radicalidad contestataria y sigue dejando bien a las claras que algo ha cambiado, y para bien, en la cabeza de mucha gente.

Nada de lo anterior significa, claro, que falten los problemas. Al margen de reyertas internas que siempre están ahí, me permito identificar uno de esos problemas, que guarda una relación estrecha –dicho sea de paso—con los criterios de evaluación de lo que ocurre con el movimiento: aunque muchas gentes dicen simpatizar con este último, lo común es que no den el paso de sumarse a asambleas, campañas e iniciativas. Aun con ello, lo suyo es subrayar que el panorama es claramente preferible al que se hacía valer el 14 de mayo del año pasado. Si bien es verdad que la presencia en las asambleas de barrio ha menguado sensiblemente, no lo es menos que, pese a ello, hoy –y me remito al ejemplo, afortunadamente generalizable, de Madrid—disponemos de una tupida red de organizaciones locales del 15-M que le siguen dando un aire distinto a una ciudad tradicionalmente adormecida en el terreno social y reivindicativo.

Me permito agregar dos comentarios sobre materias afines. El primero lo es sobre algo que escucho con frecuencia en las asambleas del 15-M, o en sus aledaños: la idea de que hay que pujar por convertir el movimiento en un partido político. Me parece que en muchos surge de la intuición, poco fundamentada, de que la aparente crisis del movimiento –ya he señalado que a mi entender no hay tal— exigiría medidas eficacistas como la encaminada a dotarlo de una estructura convencional. Aunque no dudo de la buena intención de quienes preconizan eso, creo firmemente que semejante perspectiva sería el final del 15-M, una traición a buena parte de las razones que justifican su existencia y un procedimiento de integración rápida en el sistema. Hace unos meses una colega me preguntó si pensaba que existía algún riesgo de ilegalización del movimiento. Le respondí que era imposible legalizar lo que, por fortuna, no es legal en su orgullosa reivindicación de la asamblea, de la autogestión y de la ausencia de representaciones y liderazgos.

Mi segundo comentario no tiene, pese a las apariencias, ninguna dimensión de frivolidad. Las condiciones climatológicas de estas horas –subrayémoslo cuantas veces sea preciso— no son lo mejor para la biología de un movimiento que nació, en la primavera, ocupando plazas y avenidas. El hecho de que el 15-M haya tenido que recogerse, en muchos casos, en lugares cerrados dibuja un escenario hostil que a buen seguro en algo alimenta las versiones pesimistas de los hechos a las que me he referido al principio. Tengo la firme certeza de que, incluso para los más recalcitrantes, la fortaleza y la presencia del movimiento se harán evidentes en unas semanas. Nada es más necesario habida cuenta de lo que se nos echa encima.