lunes, 23 de agosto de 2010

Ochenta años de avances de la democracia estadounidense: De la silla eléctrica para anarquistas al asesinato selectivo de islamistas


por Agustín Velloso en Tlaxcala*

Hay gente que cree que el sistema político de Estados Unidos, como el económico, no ha hecho sino progresar con el paso del tiempo. Este país es considerado por otros el más rico y el más democrático. El mejor indicador de lo primero es que otros reconocen su primacía, buscan ser socios suyos y están dispuestos a hacer lo que les pida.

Su mayor éxito es haber conseguido que la gente piense que es el faro de las democracias mundiales. Tanto es así que además de ejercer una enorme influencia económica, se considera el campeón de la libertad y el garante de los derechos humanos en la tierra. Este engreimiento de una nación entera lleva a que sus gobernantes designen buenos y malos por doquier y a continuación lancen cruzadas y guerras sin fin contra éstos.

En la fecha de hoy se recuerda a los activistas anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, emigrantes italianos en Estados Unidos, ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 tras un juicio farsa en el que fueron acusados y sentenciados por el asesinato de un pagador y un vigilante que no cometieron.

Cincuenta años después, en 1977, las autoridades revisaron el caso, concluyeron que hubo errores en el proceso y reconocieron que los ejecutados no tuvieron un juicio justo. Todo esto fue un nuevo teatro, no sólo por la tardanza y por considerar fallos lo que fue una persecución orquestada para acabar de forma ejemplarizante con la vida de dos activistas, sino porque hoy, pasados treinta años de ese reconocimiento oficial, los nuevos dirigentes del país han instaurado un sistema por el que ya no tienen que pedir perdón por crímenes similares que se están cometiendo en nombre de la democracia estadounidense.

El historiador Howard Zinn (http://howardzinn.org/), que ha reflexionado sobre este suceso y otros similares con mayor número de víctimas acontecidos en la historia de Estados Unidos, presenta a unos dirigentes sin piedad que llevan a cabo sus planes en beneficio propio y de los grandes capitalistas, en el nombre de altos ideales pero a costa de trabajadores, grupos étnicos y sociales minoritarios, opositores al gobierno y otras víctimas del sistema:

“El caso de Sacco y Vanzetti reveló, en sus condiciones más severas que las palabras nobles que se inscribieron sobre nuestros palacios de justicia, ‘Justicia Igual ante la Ley’, siempre han sido una mentira. Esos dos hombres, el vendedor ambulante de pescado y el zapatero, no podrían conseguir justicia en el sistema americano, porque la justicia no mide igual a pobres y a ricos, a nacionales o a extranjeros, al ortodoxo y al radical, al blanco y la persona de color. Y mientras la injusticia se da más sutilmente y de maneras más intrincadas hoy que en las circunstancias crudas de Sacco y Vanzetti, la esencia se mantiene igual.” (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55254)

Es imposible no estar de acuerdo con Zinn. Él mismo recuerda un caso anterior que también se considera un hito de la injusticia: “¿Ha habido justicia en el sistema americano para los pobres, la persona de color, el radical? Cuando se sentenció a muerte a los ocho anarquistas de Chicago después de los altercados de Haymarket de 1886, no era porque había alguna prueba de la conexión entre ellos y la bomba arrojada en medio de la policía; no había ninguna evidencia. Era porque ellos eran líderes del movimiento anarquista en Chicago.”

Zinn, recientemente fallecido, mantendría hoy la misma valoración, ya que cien años después el periodista Mumia Abu-Jamal, dedicado a mostrar al público la violencia policial contra los grupos sociales minoritarios, fue sentenciado en 1982 a la pena capital, castigo que recurre desde el corredor de la muerte.

Afortunadamente para él, han aparecido a tiempo pruebas de su inocencia en el caso del homicidio de un policía en el que se le ha involucrado. Sin embargo, esta tregua no le ha evitado pasar encerrado 23 horas al día en una celda durante estos 28 años transcurridos, sin autorización para recibir visitas de sus familiares y con su correo personal ilegalmente abierto por las autoridades de la prisión. (Su caso en http://www.freemumia.org/)

Con la legislación antiterrorista y de seguridad nacional (Ley Patriota) en vigor por una parte y un ambiente social convenientemente manipulado a través del miedo a supuestos ataques terroristas por otro, los juicios farsa pasan a ser parte de un sistema judicial aún más viciado que anteriormente, así que los detenidos, condenados y ejecutados de hoy difícilmente pueden esperar justicia en esta vida y rectificación de errores en la futura.

Dos cuestiones llaman la atención al observar esta tendencia. Su relación con otras injusticias cometidas por Estados Unidos más allá de sus fronteras, así como la aceptación de aquellas y su efecto multiplicador en otros países.

Los vuelos secretos de secuestrados, las cárceles extraterritoriales, las torturas a prisioneros asesoradas por médicos y psicólogos, la detención durante años sin juicio y si éste llega, las sentencias con pruebas inválidas, las ejecuciones extra-judiciales y otros avances aportados por la democracia estadounidense al progreso de la humanidad, harían que Sacco y Vanzetti se sintieran afortunados de haber sufrido un calvario menor comparado con el de sus camaradas de lucha en la actualidad.

Al tiempo que se incrementa el control y la represión contra los que desafían al sistema dentro de las fronteras, se castiga sin restricciones de ninguna clase a los que se señala como enemigos de Estados Unidos. Para esto cambian la toga de jueces rectos por el uniforme de intervencionistas humanitarios y atacan a sus enemigos hasta aniquilarlos, daños colaterales –niños incluidos- al margen. En la jerga imperialista esto se denomina “devolverlos a la edad de piedra”, se supone que por comparación con la edad civilizada de los atacantes.

Lógicamente todo esto se hace en contra del sentido común, la moral e incluso la ley internacional; por eso se retuerce ésta hasta que diga lo que no dice, se adornan horrendas acciones con bellas palabras y semiente una y otra vez hasta que no queda nadie vivo ni valiente –o loco- para oponerse.

Los muertos, las violaciones de todo tipo y las mentiras son detalles menores a los ojos de los dirigentes de otros países, entre los que sobresalen los del nuestro, que se sienten tan identificados con esta nueva era de esplendor del derecho, que han colaborado en el éxito mundial del modelo democrático estadounidense.

Cuando no salen -o hacen escalas- esos vuelos desde nuestros aeropuertos, se envían soldados a colaborar en la guerra contra el terror en Afganistán y otros países; cuando no se acepta a excarcelados de Guantánamo, que permanecen aquí sin conseguir justicia ni reparaciones, sino en un limbo legal contrario a sus derechos humanos, se envía a agentes de los servicios de inteligencia a conferenciar, cooperar y estudiar con sus colegas al otro lado del Atlántico; cuando el presidente del gobierno no celebra entusiasmado el último premio Nobel de la paz regalado al Atila del siglo XXI (al parecer destacó el "interés altamente estratégico" del premio y dijo que los objetivos de Obama "son positivos para el mundo entero"), se pone a pergeñar una alianza de civilizaciones que no ha salvado la vida de un solo niño afgano, pero que le ha conseguido una foto más con el anticristo de la diplomacia mundial, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon.

A la vista de lo que ocurre hoy se ve que la crueldad y el absurdo van en aumento desde los tiempos de Sacco y Vanzetti.

Zinn explica la situación de aquél momento:

“un tipógrafo llamado Andrea Salcedo que vivía en Nueva York fue secuestrado por los miembros del FBI (uso la palabra "secuestrado" para describir la detención ilegal de una persona), y retenido en la planta 14 de las oficinas del FBI del Edificio de Park Row. No le permitieron llamar a su familia, amigos, o a un abogado, y fue interrogado y agredido, según un prisionero compañero. Durante la octava semana de su encarcelamiento, el 3 de mayo de 1920, el cuerpo de Salcedo fue encontrado en el pavimento cerca del Edificio de Park Row y el FBI anunció que él se había suicidado saltando de la ventana de la habitación en que estaba custodiado. Fue dos días antes del arresto de Sacco y Vanzetti.”

Y relata la respuesta popular ante los dos asesinatos que estaban por venir:

“Miles se manifestaron, marcharon, protestaron, no sólo en Nueva York, Boston, Chicago, San Francisco, sino también en Londres, París, Buenos Aires o África del Sur. No era bastante. En la noche de su ejecución, miles se manifestaron en Charlestown, pero fueron mantenidos lejos de la prisión por una multitud de policía. Se arrestaron a los manifestantes. Había ametralladoras en las azoteas y grandes reflectores barriendo la escena. Una gran muchedumbre se congregó en Union Square el 23 de agosto de 1927. Después de medianoche, las luces de la prisión oscurecieron y los dos hombres fueron electrocutados.”

Así es, la manifestación de protesta de la gente no fue bastante para salvar a los dos anarquistas y lo mismo ha sucedido con los que han muerto desde entonces. Más de ochenta años y millones de crímenes después, salta a la vista por qué Sacco y Vanzetti empezaron a ir armados cuando se enteraron del fin de Salcedo y por qué las manifestaciones y las protestas no pueden contra las ametralladoras.

miércoles, 18 de agosto de 2010

EL PERONISMO PATAS ARRIBA; Por Luis Mattini



Me permito parafrasear a Eduardo Galeano porque parece que el peronismo es realmente ndestructible, inmortal, porque siempre encuentra la manera de renovarse y ahora esa manera es que los peronistas se han hecho gorilas y los gorilas peronistas.

Veamos, yo nunca fui peronista pero tampoco gorila, incluso con mucha frecuencia hice causa común con los peronistas contra los gorilas. Y puedo alardear de conocer a fondo a los peronistas y a los gorilas, porque me crié entre peronistas, familia, tios, tias, barrio ciudad donde el peronismo ganaba por el 70 por ciento de los votos, y luego, en el 55, sufrí la humillación de los gorilas. Después viví también la conversión de cientos de gorilas en peronistas, esos que el viejo caudillo llamó, no sin sus razones, “infiltrados”.

Porque aquí hablo de los gorilas “epidérmicos”, no los del Poder, o sea no de Rojas, Toranzo Montero, Aramburu, Repetto, La Nación, La Prensa, La Marina, etc...no, aquí hablo de los gorilas del “campo popular” Por ejemplo, los radicales, los, comunistas, los socialistas, todos preñados de estilo stalinista a pesar de condenar los crímenes de Stalin, o sea la mayor parte de los progres o de nuestro famoso despotismo ilustrado.

Porque la pequeñez mental y espiritual y la mediocridad que demostraron esos sectores en los años 55 al 60, hasta ahora no ha sido narrada. Confundían al peronismo con el fascismo, trataban a Eva Perón como prostituta advenediza, y a Perón como un demagogo apoyado por el “lumpenproletariado” y la baja clase media . En las discusiones que se armaban en la mesa familiar, en el club de barrio, en las fabricas, los peronistas explicaban por qué eran peronistas; “porque Perón nos dio trabajo”; porque Perón me dio la casa”; porque Perón nos dio dignidad” , “porque Perón sacó al país de la servidumbre” o “porque soy lo que soy gracias a Perón”, etc, a lo que esta izquierda beata les respondía, con un alarde de ética, que era mezquino apoyar a un político según servicios recibidos. Retengamos para mas tarde esa correcta respuesta de esos gorilitas.
Yo tuve suerte de formarme desde la adolescencia en un marxismo no gorila y tampoco de oportunismo properonsita; uno de sus mentores fue Silvio Frondizi quien rechazó la idea del carácter fascista del peronismo, y adoptó la denominación marxista de “bonapartismo”. Por otra parte tuve un compañero alemán que había sido militante con los espartaquistas y él definía muy claramente: el fascismo y el nazismo fueron producto del gran capital en su fase imperial apoyándose en las clases medias empobrecidas y el llamado “lumpenproletariado”; en cambio el peronismo, según este alemán, era la representación del proyecto de burguesía nacional apoyado en el proletariado industrial.
Unos años después, con el surgimiento de la revolución cubana, una parte de esa izquierda gorila, descubrió “el ser nacional”, y lo identifico con el peronismo. Eso fue coincidente con otros gorilas que provenían del catolicismo y que también descubrieron que el “pueblo era peronista”. Plantearon entonces que el carácter de la revolución en Argentina pasaba por canalizar el peronismo a pesar de Perón. Constituyeron una parte de la ola revolucionaria de los sesentas que haría su eclosión en los setentas unificados bajo la denominación Montoneros.
Si vamos a categorias de las llamadas ciencias sociales, digamos que cambiaron el marxismo por el populismo stalinista, dejaron de ser gorilas para convertirse en peronistas y ello les armó para tomar el lugar del despotismo ilustrado.

Nadie les quita el derecho a intentarlo, intentar, como trató J.W,.Cooke, de transformar al peronismo en la fuerza revolucionaria de la Argentina; pero ocurre que la historia demostró que el peronismo es Perón y que esos revolucionarios no lograron ser sus herederos, porque Perón, como Fidel, como todos los caudillos, no dejó herederos. Por otra parte la pretendida Burguesia Nacional --que hubiera justificado la politica “nacional y popular” de que tanto hacen gala los ex marxistas—no llegó a constituirse como proyecto, desapareció del mapa, una parte fue devorada por el propio desarrollo capitalista y otra se incorporó al gran capital. Repito: se consolidó el imperio, por lo tanto no existe la burguesía nacional. O sea Perón, aparte de estar muerto, ya no tiene razón de ser. Porque incluso ya no tienen razón de ser los partidos políticos en su antigua función de ser representantes de determinadas clases. Por eso es que hoy en día, el peronismo pasó a tener los dirigentes más inverosímiles, desde un Menem que desarmó el proyecto de país de Perón, pasando por administradores de grandes intereses como Duhalde, hasta los puestos por las circunstancias como los Kirchner, con el rasgo curioso, insistimos, que tradicionales nombres del peronismo pasaron a ser gorilas y los gorilas a peronistas:

Entonces hoy me encuentro con esos viejos gorilas, que como dije hace décadas descubrieron el “ser nacional” que me acusan de gorila por no estar de acuerdo con este gobierno y me previenen contra la “derecha” gorila en la que figuran indiscutidos peronistas como Rodríguez Saa, Duhalde, Romero Felix, etc.... Es curioso, estos que me hostigan casi sin excepción se trata de viejos amigos que hoy se benefician en algo con la política de este gobierno. Y es sorprendente, porque en lo que a mi respecta, pocas veces he estado mejor, empleo seguro y buen sueldo. Si es por eso yo debería ser el primer kirchnerista., Claro tampoco estaba mal en aquellos años sesenta y no me hice frondizista ni radical del pueblo. Claro, ni yo ni Reino, ni Axel, ni Santucho, nos hicimos guevaristas porque ganábamos mal en la fábrica. Claro que puedo alegrarme de que el Estado Nacional esté al día con los salarios, gracias a una bonanza económica excepcional, que salgan leyes de merecido respecto como las de matrimonio gay, que se continúen con los juicios, etc....pero ocurre que en el camino tropiezo con cartoneros,
Fijese que el actual gobierno, tiene cada vez más apoyo de la clase media tradicionalmente gorila, empleados estatales, jubilados del sistema judicial, estatal o incluso una parte importante del profesorado, que cobran regularmente y más de lo tradicional, pequeños empresarios o comerciantes que logran vivir mas o menos decentemente del turismo o de ciertas modas editoriales, marginados por sus elecciones sexuales beneficiados por leyes avanzadas, y...por supuesto, la inmensa mayoría de los Organismos de Derechos Humanos que están embelezados por los eternos juicios a los militares por crímenes de la dictadura y que parecen creer que con eso se cumple el sueño de los setentistas. O sea la acción de los militantes de derechos humanos se ha transformado en un fin en si mismo, por lo tanto cuanto más se dilaten los juicios mejor será porque si esto se termina no sabrán que hacer de su tiempo ni de qué vivir. De allí es que la Memoria se ha transformado en centro de actividad. Al desaparecer motivos de lucha, porque parece que el gobierno ha creado el reino de la justicia social, los que nos siguen sólo pueden ocupare de la Memoria. En vez de abrir locales partidarios , asociaciones barriales, clubes de pelea, casas operativas, en fin lo que sea necesario para enfrentar la injusticia social presente, se abren casas de la memoria para recordar el dolor de la injusticia pasada.
En definitiva, la metamorfosis es impresionante: el despotismo ilustrado gorila de los años sesenta, se ha peronizado y ha adquirido forma de populismo ilustrado, es el principal sostén ideológico del actual gobierno. Como populistas ilustrados, no les preocupa el modelo productivo inaugurado por Menem, continuado por De La Rua y afirmado por los dos últimos gobiernos actuales que amenaza con la dependencia alimentaria y es fabricante de pobreza, que el gobierno se esfuerza por paliar mediante a planes sociales y que lo podrá aliviar sólo mientras dure esta bonanaza. Porque este despotismo ha copado el aparato ideológico, reescribe la historia, no lo digo como metáfora, lo digo literal, la escribe en el papel de nuevo, no es que la hace, la reescribe en diversas formas de culto a la Memoria y todo ello les redunda en un aceptable modo de vida con casa , vestido y comida asegurados...ah... también los alimentos espirituales satisfechos; Cuerpos culturales, Universidades , Medios de Comunicación y editoriales a disposición.
Bueno, lo que si parece verse es que esa masa de beneficiados por el actual gobierno que manipula el aparato ideológico no son peronistas, sino ex gorilas disfrazados; la gran incógnita es, ¿Qué pasará con el peronismo, digo, con esos miles de personas que dicen “yo soy peronista de Perón”?

domingo, 8 de agosto de 2010

A 65 años de los únicos bombardeos nucleares de la historia Hiroshima y Nagasaki, omnipresentes


Hasta el 6 de agosto de 1945, la amenaza nuclear era todavía una abstracción. Después de la devastación provocada en Hiroshima y Nagasaki por la explosión de una bomba de uranio y otra de plutonio respectivamente, esas dos ciudades japonesas pasaron a ser símbolos del horror, de las consecuencias de las verdaderas armas de destrucción masiva. Hoy un puñado de países controla 22.000 cabezas nucleares. Buena parte de ellas están en manos de quien protagonizó ese genocidio nuclear, EEUU, el mismo país que se arroga el derecho de proteger a sus aliados que las tienen y de amenazar a sus enemigos que pretenden tenerlas.

ROBERTO MONTOYA

A las 02.15 horas del 6 de agosto de 1945, los 12 miembros de la tripulación del poderoso bombardero B-29 Enola Gay partían de la isla de Tiniaii, en el Pacífico, a 2.500 kilómetros al sureste de Tokio, en busca de su objetivo. Las opciones eran Nagasaki, Kotura o Hiroshima, y se decidiría en vuelo en función del análisis metereológico que hiciera el avión de relevamiento que había partido tres cuartos de hora antes. Sólo el coronel Paul Tebbits, comandante del Enola Gay, conocía que transportaban una bomba atómica. Se sabían importantes, habían sido elegidos para una misión histórica, ordenada por el propio presidente Harry S.Truman. Este mandatario del Partido Demócrata había sustituido poco antes del ataque en el cargo al fallecido Benjamin Delano Roosevelt.

En su carácter de vicepresidente, había previsto con Roosevelt usar la bomba contra Berlín, pero el derrumbe del nazismo se produjo antes de que pudieran terminarla. Japón sería elegido como objetivo sustituto de Alemania. EEUU sabía que con ello no sólo obligaría a capitular al imperio nipón, sino que lanzaba una clara advertencia a la URSS , cuando ya se avecinaba el reparto de buena parte del mundo entre las dos potencias.
Roosevelt y Truman desoyeron la opinión de científicos como Albert Einstein de que no se utilizara para fabricar la bomba nuclear las investigaciones del Proyecto Manhattan que durante tres años habían realizado en el laboratorio secreto de Los Alamos, en el desierto de Nuevo México.

Y llegó el Día H.
El Enola Gay --el comandante del B-29 grabó el nombre de su madre en el fuselaje—iniciaba su misión llevando en sus entrañas a Little Boy (muchacho), la bomba de 4.000 kilogramos con un núcleo de uranio enriquecido, de tres metros de longitud y 70 centímetros de diámetro. Tibbets repartió en vuelo entre su tripulación las cápsulas de cianuro. Si había algún percance, no podían ser capturados vivos.
En su diario (que en 1971 vendió orgulloso por 37.000 dólares), el copiloto, Robert Lewis, recordaba cuan escuetamente el comandante les anunció finalmente el objetivo en vuelo: “07.24 horas. Tibbets conecta el intercomunicador para hablar con la tripulación. Sólo dice dos palabras: Es Hiroshima; 08.14.El coronel nos ordena que nos coloquemos las gafas especiales Polaroid contra el fogonazo; 08.15, las compuertas del compartimento de bombas del Enola Gay se abrieron y la primera bomba atómica se libera del anclaje». Lewis prosiguió con sus anotaciones: «08.16. A los 43 segundos del lanzamiento y tras casi seis millas de caída, la bomba detonó sobre Hiroshima».
Según Truman, el objetivo fue una base militar japonesa. En realidad, la bomba, amarrada por tres paracaídas especiales, explosionó a 500 metros del suelo, en pleno centro de Hiroshima, una ciudad que tenía 250.000 habitantes.

“Un punto de luz purpúrea se expande hasta convertirse en una enorme y cegadora bola de fuego”, escribió Lewis. “La temperatura del núcleo es de 50 millones de grados. A bordo del avión, nadie dice nada. Casi podía saborear el fulgor de la explosión, tenía el sabor del plomo. La cabina de vuelo se iluminó con una extraña luz. Era como asomarse al infierno. A continuación llegó la onda de choque, una masa de aire tan comprimida que parecía sólido. Cuando la onda de choque alcanzó el avión, Tibbets y yo nos aferramos a los mandos. (…) El hongo alcanza una milla de altura y su base es un caldero burbujeante, un hervidero de llamas. La ciudad debe de estar debajo de eso”. «Sólo fue otro trabajo más”, diría Lewis. “Hicimos de este mundo un lugar más seguro. Desde entonces nadie ha osado lanzar otra bomba atómica. Desearía ser recordado como el hombre que contribuyó a hacerlo posible”.
En Hiroshima las cosas se vivieron de una manera muy distinta. La onda expansiva, con sus 6.000 grados de temperatura, calcinó a más de 70.000 personas de forma inmediata. Los edificios y árboles quedaron carbonizados en 120 kilómetros a la redonda. La lluvia radiactiva despedida por el hongo atómico mató en las horas posteriores a varios miles de personas más, dejando también miles de heridos y mutilados. El uranio enriquecido acababa con los glóbulos blancos. Antes de que finalizara 1945 habían muerto ya 140.000 habitantes de Hiroshima. Con los años decenas de miles de más morirían de cáncer y miles de niños nacerían con graves deformaciones.
Al conocer los resultados de su hazaña, el presidente Truman dijo: “Este es el suceso más grandioso de la historia”.
Tres días después ordenaba repetir la experiencia en Nagasaki. A las 11.02 horas, otro bombardero B-29, el Bockscar, arrojaba sobre esa ciudad una bomba con núcleo de plutonio. Cuarenta mil personas murieron de inmediato. Miles más morirían posteriormente. Miles de niños nacerían con malformaciones.

Los poco más de 200.000 supervientes de esos genocidios, los hibakusha, que sufrieron graves deformaciones, deterioro genético y cáncer, esperan todavía que EEUU se disculpe por ese genocidio. Nunca lo hizo.
Por primera vez, el pasado viernes 6, al celebrarse los actos por el 65º aniversario del ataque contra Hiroshima, asistió un representante norteamericano, el cónsul; y por primera vez también, asistió el secretario general de la ONU.
Esos crímenes de lesa humanidad siguen impunes 65 años después.

jueves, 5 de agosto de 2010

Muchas cumbres y pocos cambios UE-América Latina y el Caribe; por Roberto Montoya


“La VI Cumbre marcará un antes y un después en las relaciones entre la Unión Europea y América Latina”. Eso aseguraba poco antes de la celebración del encuentro en Madrid, en mayo pasado, la vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega. ¿Alguien notó el cambio? Difícilmente.

Las ausencias de mandatarios fueron el primer síntoma de que eso no sería así. Por parte europea, en la cumbre estuvieron sólo 14 de los 27 presidentes, primeros ministros o jefes de Estado de la Unión Europea. Por parte de América Latina y el Caribe, 19, de un total de más de 30. España, reivindicando siempre ser el “puente natural” entre ambas regiones, pretendía apuntarse un tanto a su favor para coronar su presidencia semestral de la Unión Europea. Pero, una vez más, su torpeza en materia de política exterior
estuvo a punto de mostrar su incapacidad para ser ese “puente”. El Gobierno español no tuvo mejor idea que invitar a la cumbre a Porfirio Lobo, el presidente hondureño surgido de unas elecciones en las que no se permitió participar al legítimo presidente de Honduras, Manuel Zelaya, derrocado por un golpe militar el 28 de junio de 2009.

Lobo, con el visto bueno de la Administración Obama, se apresuró a integrar en su gabinete a representantes de los golpistas, a declarar una amnistía para quienes derrocaron por las armas a Zelaya y a premiar con el nombramiento de diputado vitalicio al líder de éstos, Roberto Micheletti, quien había ocupado temporalmente la silla presidencial una vez desalojado Zelaya del poder. Durante el año transcurrido desde el golpe, murieron a causa de la represión policial decenas de partidarios de Zelaya, y al menos siete periodistas molestos para el régimen. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU y organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional denunciaron la brutal represión que estaba teniendo lugar, pero no hubo condenas ni de parte de Estados Unidos ni de la Unión Europea. España y el resto de la UE denunciaron inicialmente el golpe con la boca chica, pero si bien EE UU reconoció oficialmente a Lobo como presidente, dando con ello carpetazo al tema, la UE retiró de su agenda el “caso hondureño”. A pesar de ello, prácticamente todos los países de América Latina y el Caribe siguieron denunciando el golpe y la farsa posterior, temerosos además de que fuera el precedente de lo que sería la política futura de Obama para la zona.

Por todo ello, invitar a Lobo a la cumbre, sin siquiera sondear el terreno entre los países latinoamericanos, fue una grave torpeza de la diplomacia española. Varios líderes latinoamericanos y caribeños advirtieron de inmediato de que no acudirían a la cumbre de Madrid si en ella participaba Lobo. Contra lo que pudiera creerse, no fue Chávez quien amenazó con un boicot a la Cumbre, sino Lula da Silva, quien, como cabeza de la subpotencia regional, no podía admitirlo tras la derrota personal que le supuso no haber logrado que Zelaya recuperara el poder, después de organizar su retorno a Honduras y albergarlo durante meses en la embajada brasileña en Tegucigalpa. En la Moncloa, en el Palacio de Santa Cruz y en la Zarzuela, hubo tensión y ajetreo para intentar remediar semejante error. Finalmente lograron convencer a Lobo para que se contentara con participar sólo en una minicumbre en Madrid, la que mantendría la UE con los países centroamericanos, para sentar las bases de un acuerdo de libre comercio. Las aguas se calmaron, pero aún así,
varios dirigentes, entre ellos Hugo Chávez, decidieron no acudir a la cita, mostrando con ese gesto la poca importancia que le asignaban.

Chávez, el mayor impulsor de organismos regionales independientes de nuevo tipo en la zona en la última década, ha criticado siempre la desigual relación que sigue existiendo entre los países ricos europeos y los de América Latina y el Caribe, y es incluso partidario de la desaparición no sólo de la OEA (Organización de Estados Americanos, en la que participa EE UU), sino también de las Cumbres Iberoamericanas anuales del “por qué no te callas”, promovidas fundamentalmente por España, con fuertes intereses comerciales y
financieros en la zona. Tampoco estuvieron presentes en la VI Cumbre de Madrid el uruguayo José Múgica, ni el nicaragüense Daniel Ortega o el cubano Raúl Castro, entre otros.
Inmersa en una profunda crisis económica y financiera y con la debilidad demostrada de sus instituciones, la UE sólo podía ver supuestamente como positiva la cumbre con América Latina y el Caribe, una zona que aguanta mejor que la rica Europa las sacudidas de la crisis económica y financiera. Al menos desde 2002 y hasta que la crisis de las subprime se hizo sentir con fuerza en la región en 2008 –especialmente por las bruscas caídas en el precio del petróleo, del gas, el cobre, la soja y otras materias primas– el área vivió un periodo de crecimiento sostenido, no inflacionista, con una reducción real de los índices de pobreza, creación de empleo y reducción de la deuda.

Varios líderes latinoamericanos, como Evo Morales, Cristina Fernández o el propio Lula da Silva, se dieron el gusto de recordar a los representantes de la rica Europa que las recetas ultraliberales del arrogante mundo desarrollado sirvieron de muy poco cuando finalmente estalló la burbuja en la que estaban montados, y que en todos ellos el capital corrió a buscar refugio bajo el paraguas del papaíto Estado al que tanto denostan habitualmente, para poder salvar a sus bancos y empresas en crisis.

“Hemos tenido”, dijo la presidenta argentina en su discurso de clausura, como portavoz del bloque latinoamericano, “sobre todo en la América del Sur, un comportamiento frente a esta crisis global mucho mejor de lo que tal vez se esperaba de procesos políticos que muchas veces no son entendidos, porque tal vez no responden a las categorías de pensamiento oficiales, o por lo menos las que hasta ahora son oficiales.” Cristina Fernández hizo igualmente un llamamiento al multilateralismo y criticó “la adopción, durante mucho tiempo, de pensamientos únicos y recetas únicas aplicables a todo el mundo por igual, cualquiera fuera el tamaño de su economía o el desarrollo de su sociedad”.

“Cuando cayó el Muro de Berlín”, añadió, “parecía que toda idea diferente ya no podía ser discutida, se llegó a anunciar inclusive el fin de la historia; pero no, la historia nunca acaba, siempre sigue y siempre se transforma”. A pesar del interés que tiene para Europa esa región, la ausencia de tantos mandatarios de la UE en la VI Cumbre demostraba la poca expectativa que tenían en poder acercar posiciones entre ambos bloques. Las relaciones han hecho muy pocos progresos en la última década.

Europa reaccionó con retraso a la iniciativa de Estados Unidos de comienzos de los 90 conocida como el “Consenso de Washington” y destinada a imponer a los gobiernos neoliberales de turno en la zona una serie de medidas comerciales, financieras y sociales, que facilitaran su hegemonía total. Fue en 1995, el mismo año en el que el Gobierno de Bill Clinton lanzó en una cumbre en Miami su propuesta del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), cuando el Consejo Europeo presentó su propuesta de alcanzar “acuerdos de asociación” (AdA, término adoptado para distanciarse de la mala imagen que tienen los TLC de EE UU) tanto con los principales países de la región como con sus distintos
bloques económicos regionales. A esta propuesta seguirían muchas otras similares o complementarias, hasta 2005. En ese año tuvo lugar en Mar del Plata, Argentina, el entierro del ALCA, durante la IV Cumbre de Presidentes de las Américas. Era precisamente el año en que EE UU pretendía que entrara en vigor. El encontronazo entre la nueva América Latina, con una mayoría de gobiernos progresistas en ese entonces, y el imperialismo estadounidense, se plasmó allí. No sólo los líderes del “Eje del Mal” latinoamericano plantaron cara a EE UU. sino también los de países como Brasil o Argentina, que no aceptaban poner en marcha el ALCA, conociendo el negro precedente que supuso la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE UU y Canadá en 1994, y en la medida en que EE UU se negaba a dejar de seguir subsidiando a sus agricultores.

Fue uno de los grandes portazos que recibió Bush “junior” en la cara durante sus ocho años de mandato. Ese mismo año la Unión Europea volvió a la carga; sentía que era su momento de recrudecer su ofensiva en la región. España, individualmente, ya venía ganando terreno en la zona desde hacía años, desde los años 90, con Felipe González en el poder, cuando, gracias a la privatización de gran parte de las empresas públicas locales por parte de corruptos gobiernos neoliberales, consiguió que una docena de los más poderosos bancos y empresas ex públicas españolas se hicieran con el control de los principales servicios públicos de buena parte de América Latina. España se convirtió así en
el segundo inversor extranjero en la región, sólo por detrás de Estados Unidos.Europa no quería quedar al margen del botín y creyó encontrar su ocasión a partir del 11-S, cuando Estados Unidos descuidó la zona, concentrando el grueso de sus energías y medios en las guerras de Irak y Afganistán y en todo lo relacionado con su cruzada contra el terror.
Fue en diciembre de ese mismo 2005 en que se esfumó el proyecto del ALCA cuando la UE lanzó su “Estrategia para una asociación reforzada entre la Unión Europea y América Latina”.

Su oferta, sin embargo, no encontró el terreno tan fértil como esperaba. América Latina y el Caribe vieron que en definitiva la propuesta europea no se diferenciaba sustancialmente de la de Estados Unidos. No se trataba de otra cosa que de una relación asimétrica, de un ALCA a la europea. La Unión Europea reclamaba –y reclama– liberación y apertura total de las economías latinoamericanas a los productos europeos, sin renegar a seguir manteniendo por su parte los subsidios a éstos y a las exportaciones, poniendo a su vez unos precios y unas condiciones draconianas a la entrada en Europa de los productos latinoamericanos. América Latina y el Caribe tienen, además, nuevos novios internacionales, especialmente China, pero también Rusia. Para China, América Latina representa ya hoy día casi la mitad de las inversiones directas que tiene en el extranjero. A China le interesan el gas, el cobre, el petróleo, la soja y otros productos con los que cuenta la región.

La Unión Europea logró en la última cumbre de Madrid menos resultados de los que suponía España, y los que se produjeron, no tuvieron lugar en su Asamblea Plenaria sino en las seis minicumbres bilaterales y subregionales que tuvieron lugar esos días. El resultado más reivindicado por España y con el cual sintió que había salvado el tipo, fue el elanzamiento de las negociaciones comerciales entre la Unión Europea y Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, a los que próximamente se sumará Venezuela y previsiblemente Bolivia), bloqueadas desde 2004 por las trabas puestas por Europa. A pesar de la oposición de Italia, Irlanda y Francia, entre otros, los diálogos se iniciaron. El logro se redujo a eso, a reiniciar el diálogo. Una mayoría de países europeos quiere poder meter el diente en ese mercado de 270 millones de personas, que se ampliaría aún más con la entrada de Venezuela y Bolivia. Hoy día estos dos países tienen el estatus de Estados Asociados, como Colombia, Perú, Chile y Ecuador. La Cumbre sí logró cerrar un Acuerdo de Asociación entre la Unión Europeay los países de América Central. El tratado firmado por la UE con El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panamá, fue criticado rápidamente, no sólo por organizaciones populares, sino incluso por productores y empresarios de la mayoría de esos países centroamericanos. La UE cerró igualmente
Acuerdos de Asociación con Perú y Colombia, que se negociaban desde hace años. Estos acuerdos se hicieron al margen de la Comunidad Andina de Naciones (CAN, sucesora del Pacto Andino), lo que fue criticado por Evo Morales y Rafael Correa, quienes adelantaron que sus países no seguirían esos pasos. Morales y Correa, como otros líderes latinoamericanos, venían denunciando desde hace tiempo que las presiones y urgencias de la UE para firmar esos tratados atacaban de lleno el espíritu de integración regional que intenta abrirse paso en la región. La Cumbre Alternativa de los Pueblos que se realizó en Madrid inmediatamente antes de la Cumbre oficial criticó duramente estos acuerdos en consonancia con organizaciones sociales y de derechos humanos.

El espíritu regional, que ha dado lugar en la última década a la creación de nuevos organismos en la zona, es el tropiezo mayor con el que se encuentra tanto
Europa como Estados Unidos para hacer acuerdos con bloques, por lo que a menudo optan por el “divide y vencerás”, celebrando acuerdos bilaterales con aquellos países dispuestos a aceptar sus condiciones. En América Latina y el Caribe conviven realidades y gobiernos dispares. Mientras la derecha ultraliberal campa a sus anchas en países como Colombia, México, Chile y otros, existen países como Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador o Paraguay, que están intentando disminuir drásticamente el desproporcionado volumen de sus importaciones procedentes de países desarrollados.
Ninguno de esos intentos ni de otras medidas económicas adoptadas por esos países se encuadra dentro de un cuestionamiento real del sistema productivo, ni avanzan en la práctica hacia ese pregonado “socialismo del siglo XXI”, a pesar de la ingenuidad de cierta izquierda que así lo cree. Los importantes cambios realizados por países como Venezuela, Bolivia o Ecuador en la propia estructura del Estado y de las instituciones, en el gran protagonismo obtenido por campesinos e indígenas y la mayor participación en la vida pública y comunitaria de millones de postergados, no se ha coherentizado hasta ahora con un cuestionamiento del sistema capitalista.

Sí son reales sin embargo los avances hechos en esta última década hacia la formación de una conciencia regional de América Latina y el Caribe, iniciada con el impulso del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) por parte de Hugo Chávez, y en la que participan Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Ecuador, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas y la Mancomunidad de Dominica. La propuesta, lanzada por Chávez en 2001 y puesta a andar en 2004, tiene el propósito declarado de acabar con la pobreza y la exclusión social en la región, trabajando tanto en el ámbito comercial y económico como en el de los derechos humanos, en la lucha contra el analfabetismo, en la defensa del medioambiente, en la comunicación social o la ciencia. El ALBA instauró la figura del TCP (Tratado Comercial de los Pueblos) para intentar aprovechar al máximo la potencialidad de cada país miembro. El ALBA, que desde hace años propone caminar hacia una moneda única, el sucre, ha sido a su vez la estructura impulsora de otros proyectos, como Telesur, en el campo de la comunicación social, o Petrosur y Petrocaribe en el plano energético, organismos que hoy permiten el abastecimiento de petróleo venezolano a precio preferencial a todos los países del área, disminuyendo o acabando así con su dependencia de la grandes multinacionales extranjeras, estadounidenses y europeas. Para completar el plan de soberanía energética de la región está prevista la construcción de gasoductos y oleoductos, por lo que sigue prevaleciendo, de parte de gobiernos progresistas, una concepción esencialmente extractivista, que de no corregirse puede llegar a ser tan dañina para el medioambiente y muchas poblaciones como lo es la deforestación del Amazonas para producir agrocombustibles que lleva a cabo Lula da Silva desde hace años. Da Silva ha cambiado su prometida reforma agraria de otrora por su
devoción al dios petróleo verde, al biodiésel. Sin embargo, los países miembros del ALBA se han comprometido a iniciar un proceso de transición hacia una economía sostenible, potenciando las energías renovables. Ecuador es el país que más ha avanzado en ese sentido con iniciativas en el terreno medioambiental que incluyen la no explotación de todos los recursos de petróleo, gas y carbón que tiene el país, y una fuerte eco-tasa a las emisiones de dióxido de carbono.

El Banco del Sur, otra iniciativa de Chávez destinada a fomentar créditos al desarrollo y ser alternativa al Banco Mundial y al BID (Banco Interamericano de Desarrollo) tiene como socios a Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El Banco del Sur ha abierto una línea especial de préstamos para proyectos de interés socio-ambientales.

UNASUR es a su vez un ambicioso proyecto lanzado por Lula da Silva, que aglutina hasta ahora a Brasil, Venezuela, Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador,Paraguay, Perú, Uruguay, Guyana y Surinam, y que pretende convertirse en un verdadero sustituto de la actual OEA, con múltiples áreas de actuación, que van 10 VIENTO SUR Número 111/Julio 2010
desde las relaciones económicas, políticas, sociales, laborales, de inmigración, educativas y un largo etcétera. Sin duda, el ALBA y la compleja red de estructuras sectoriales a las que ha ido dando lugar, junto a Petrocaribe, Petrosur, el Banco del Sur y UNASUR, comienzan a ser, a pesar de su incipiente andadura, cada vez más molestos para el capital extranjero, acostumbrado durante años a no conocer límite alguno a su accionar y a sus beneficios. Cualquiera de las decisiones de nacionalizar los hidrocarburos u otras fuentes de materias primas por parte de un país, suponen importantes alteraciones en las reglas de juego para las empresas extranjeras de ese ramo. Las grandes empresas españolas presentes en la región, muchas veces de forma hegemónica, como Repsol, Endesa, Unión Fenosa, Iberdrola, Gas Natural, Telefónica, BBVA o el Banco Santander, obtienen en esa zona un volumen significativo de sus beneficios totales, por lo que cualquier decisión gubernamental de un país latinoamericano u organismo regional que altere el escenario comercial, financiero, laboral o legal al que deben sujetarse, puede suponer importantes caídas de su cotización en la Bolsa y pérdidas millonarias.

Si a nivel de la UE las grandes empresas europeas con inversiones en el exterior hacen sentir su presión e influencia ante las autoridades comunitarias a través de las confederaciones de las patronales europeas, en España, su puñado de empresas estrella lo hace a través de la CEOE y por otros medios sobre el Gobierno central, contando también con la gran ayuda de los medios de comunicación.

Estos ayudan con sus notas, columnas de opinión y editoriales a demonizar y caricacturizar a los líderes rebeldes de América Latina y a ensalzar el virtuosismo de personajes como Alvaro Uribe, Alan García, Felipe Calderón o Sebastián Piñera. Hasta alguien como Lula da Silva ha pasado de ser un “moderado ejemplar” a ser tratado como un personaje sospechoso, tras su desaire a EE UU por defender a Irán, su dura denuncia del golpe en Honduras, o por su inoportuna idea de crear UNASUR. Y es que se han topado con el coloso de Sudamérica, que sabe que lo es y que intenta sacar partido de ello, convirtiendo a Brasil en una subpotencia regional con aires imperiales.

El grupo mediático español que sin duda más influye para crear una imagen interesadamente distorsionada de la realidad de América Latina y el Caribe, que cala en ambientes políticos, económicos y en los millones de sus lectores, oyentes y telespectadores, no es paradójicamente ninguno de los que están detrás de los medios más rancios de la derecha, como La Razón, ABC, La Gaceta o El Mundo. Es el Grupo Prisa. Y es que ese “holding” tiene fuertes intereses en América Latina y el Caribe y controla desde diarios de oposición en Bolivia, como La Razón y Extra o ATB Bolivia, hasta el poderoso Grupo Latino de Radio extendido por numerosos países; participa del monopolio mediático del
grupo Clarín, de Argentina, y monopoliza los libros de texto de numerosos países a través de Santillana.

Con “puentes naturales” con la UE y padrinos como España, y con informadores “progresistas” como los de PRISA, la lucha de los pueblos de América Latina y el Caribe no las tiene fácil para que en este Viejo Continente se la conozca, reconozca y respete.


Roberto Montoya es periodista; autor de los libros “El imperio global” y “La impunidad imperial”.
Forma parte de la redacción de VIENTO SUR.