martes, 27 de agosto de 2013

“Territorio robado será recuperado” (consigna qom); Andrea Benites-Dumont - agosto 2013 (*)



(*) Publicado en Contramarcha, septiembre 2013


Más allá de los estereotipos turísticos explotados, en Argentina siguen viviendo pueblos originarios en distintas regiones y que subsisten como pueden, y también en otros espacios sociales, villas miserias, o terrenos alejados de las ciudades. De  las casi 15 etnias que aún perduran en Argentina, para que no figuren en programas escolares sólo como referencias históricas, maestros y educadores, implementan espacios de visibilización y respeto, profundizando propuestas de acercamiento más allá de los ritos folclóricos, y se encuentran ahora con el desafío de la lucha y resistencia de los qom.

Los  Qom, son un pueblo nativo que ha vivido desde siempre en una amplia zona de la región del Gran Chaco, que abarca Argentina, Bolivia y Paraguay.  Históricamente los Qom estaban organizados en familias extensas y se movían en un vasto territorio donde explotaban los recursos naturales. La caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres han sido la base de su sustento, y que en cierta medida, lo sigue siendo en el presente.
La invasión de los conquistadores arrasó poblaciones completas, como en toda América Latina, y los que sobrevivieron a las matanzas, se enfrentaron a la campaña de someterlos en una suerte de braceros rurales de la madera y para la producción de azúcar. Desde entonces –inicios de 1900- fueron forzados a la sedentarización, a la desmembración, y, en los desplazamientos para subsistir se añadieron a otras etnias, y continúan en su andadura para seguir siendo.

En la actualidad persiste un arcaico conflicto territorial de los qom en la provincia de Formosa: a pesar de leyes y formales reconocimientos, la comunidad de La Primavera (Potae Napocna Navogoh)  - reclama solamente 1.356 hectáreas que les quedaron luego de usurpaciones y apropiaciones. Pues bien, esa mínima porción de territorio también le fue arrebatada. El gobierno de la provincia de Formosa –coincidente con el gobierno nacional- y en acuerdo con la Universidad de Formosa, “inventó” que en las tierras de los qom se establecería un Instituto de Investigación. Pero lo que debería haber tenido fines pedagógicos implica para los qom obstáculos e complicaciones constantes ya que el gobierno formoseño dispuso sitiar la zona impidiéndole a la comunidad el paso a la laguna y obstruyendo sus actividades de pesca, caza y recolección. “La creación de este instituto universitario desmontó un territorio que nosotros consideramos sagrado porque están los recursos naturales que le dan subsistencia al pueblo indígena”, manifiesta Félix Díaz de la comunidad La Primavera; además de imponerles y multiplicar laberintos burocráticos alejados de la cultura indígena, por lo que terminan siendo más impedimentos y trampas, que tienen como objetivo la exclusión de los qom, para saquearles unas tierras de una provincia que tiene ¡¡72.066 km2!!

Desde hace ya unos años, vienen recurriendo a distintas formas de reclamo, reviviendo acampes, concentraciones, marchas, cortes de rutas…   Las movilizaciones y denuncias que se desarrollaron en toda Argentina, llegaron a la Plaza de Mayo, donde acamparon con la pretensión que la presidenta Cristina Fernández viuda de Kirchner, los recibiera. Cosa que no hizo, a pesar que se acumularan muertes y víctimas de la represión, y de sospechosos atropellamientos, incluyendo abuelas y bebés, palizas y ataques, y el brutal asesinato de una joven qom de 15 años. Los organismos de derechos humanos no pro-gubernamentales,  organizaciones de base, barriales, y estudiantiles entre otras, se solidarizaron decididamente con la lucha de los qom, y se conocieron entonces sus derechos y la denuncia del robo de sus tierras milenarias por el avance de la soja, de la minería y de los emprendimientos inmobiliarios.

En mayo de este año, el Consejo Plurinacional Indígena que se reunió en Formosa con el objeto de respaldar la lucha de los qom,  estableció como eje central el territorio y la avanzada del extractivismo (petróleo, minería, agro-negocios, forestales e inmobiliarios) sobre territorios campesinos e indígenas. Acueductos, carreteras, minas, planes inmobiliarios y un sinfín de megaproyectos que invaden los territorios indígenas del país, acompañados de estrategias de división, contrainsurgencia y represión abierta, se fueron exponiendo. Todos los delegados, 300, sin excepción, coincidieron en lo importante de unir sus resistencias para enfrentar el despojo.

 “Las situaciones trágicas en territorios indígenas se suceden sin que ningún nivel de gobierno le dé la magnitud que corresponde. Es más sencillo lograr mantener esa realidad oculta”, comienza el texto. Puntualiza que en los últimos meses fueron muerto Natalia Lila Coyipe (11 meses), Imer Flores (12 años) y Daniel Asijak (16 años), del Pueblo Qom de Formosa y Chaco. “Todos muertos violentamente. Menores de edad, como para ver que ya no hay contemplaciones de ningún tipo”, denuncia y afirma: “Vivimos una nueva recolonización del capitalismo global. Y trabajamos para sacarnos de encima un Estado que sigue siendo colonial, que dos siglos después nos sigue excluyendo”.

Mientras continúan los balances electorales en Argentina, donde todos los candidatos ganaron, y que tan similares suenan en todos los escenarios donde se desarrolla el circo electoral, para que continúen los representantes de los poderosos y las multinacionales, que se arrogan la representatividad del pueblo aún cuando sea en la Antártida (¡¿?!),  tal como lo manifestara la presidenta Cristina Fernández viuda de Kirchner, y,  agregaba para su mayor gloria, que en Formosa, su partido, el Frente para la Victoria, había obtenido un 63% de votos,  sin la aclaración debida que ese porcentaje fue conseguido por los “criollos” que fueron establecidos en la provincia de Formosa con el otorgamiento de viviendas y subsidios personalizados, como fuera advertido por el pueblo qom. Anotar a modo de vuelo, que en la Comunidad La Primavera sólo hay 819 votantes!!

La Presidenta Fernández viuda de Kirchner, en el año 2010, manifestó sin que le temblara la voz, que apoyaría la actividad petrolera, agregando los realidades del cultivo sojero, de la mega-minería, de los acuerdos con Monsanto, etc., y en un irreverente tono de superioridad, aconsejaba a los indígenas a ser “inteligentes” para ver el progreso (sic). Resulta inmoral como mínimo, que la presidenta argentina, que no condenó nunca los asesinatos de los indígenas, se refiera justamente a un pueblo que encara una resistencia y una lucha contra políticas prepotentes, como si se tratara de intelectualmente inmaduros.

Hace pocos años que el pueblo qom ha recuperado su nombre, se había extendido la denominación de “toba” que significa “cara de tonto”. La restitución de su identidad y su nombre está unida a la recuperación de sus tierras y, fundamentalmente, a  su memoria colectiva.  “Nuestra realidad es un tema de derechos humanos. Sin embargo, la relación que propone el Estado con los pueblos indígenas es sólo desde un enfoque de pobreza. Nos visibilizan sólo como objeto de asistencia, cuando somos sujetos de derechos políticos y territoriales.”

El Estado argentino, implementa junto a los Estados provinciales, una política que revalida el genocidio contra los pueblos originarios del país omitiendo derechos ancestrales sobre las tierras que habitan, y favorecen a los grandes terratenientes y a los grupos económicos agroexportadores.  

Parece nomás, que la presidenta Fernández viuda de Kirchner, continúa en la  felonía de la conquista:  quitar la tierra para que no tenga suelo nuestro paso."

lunes, 7 de enero de 2013

No son los medios. Fue genocidio, por Andrea Benites-Dumont


La ESMA fue un centro clandestino de detención y exterminio durante toda la dictadura genocida. Por dicho centro pasaron cerca de 5000 prisioneros.

Durante los gobiernos constitucionales, los marinos se dedicaron a ocultar con reformas y eliminar toda prueba del horror transitado, amparados en las leyes de impunidad otorgadas por gobiernos democráticos.

Luego de los juicios a las Juntas y de las denuncias de los sobrevivientes, comenzaron a ubicarse y señalizarse dónde funcionaron los cientos de centros clandestinos de detención y exterminio que las fuerzas represivas extendieron a lo largo y a lo ancho de Argentina.
De la voz de los sobrevivientes, familiares y compañeros, comenzaron a corporizarse las ausencias dolorosas, y las cifras de las desapariciones recobraron sus nombres,  se iniciaron entonces ritos de recuperación de recuerdos y de construcción de memoria.  

Fue así  perfilándose entonces la importancia de los memoriales donde hubo antes campos de horror,  y también se crearon otros espacios simbólicos y evocativos.
A partir del año 2000 se produce el surgimiento de una amplísima actividad conmemorativa: la preservación de los CCD y E fueron demostración inequívoca de la lucha de organismos de derechos humanos para que dichos sitios sean parte del conjunto de la memoria histórica. Se han dado diversos debates que planearon tanto en la existencia y significado de los asentamientos históricos concretos, en la pedagogía sobre la memoria histórica como centros explicativos únicos, y, se presupone, que en todas las propuestas, estaba inamovible la obligación principal de preservar la dignidad de las víctimas. Se impone así la necesidad de lograr conjugar la conmemoración y la educación como elementos indisolublemente relacionados. La conmemoración debe servir para mantener vivo el recuerdo, la memoria de los que desaparecieron. Pero si no se consigue interpelar a la sociedad sobre los hechos y las circunstancias históricas, si se diluye el pasado con elementos ajenos y tergiversadores, la conmemoración y el recuerdo no sirven de nada. 

Para trasladar la cartografía completa del genocidio es indispensable personalizar  tanto a las víctimas como a los represores, para entender así lo que los centros de concentración significaron en el plan genocida establecido. El genocidio en Argentina fue el resultado de un plan de dominación y de un proyecto económico y político por parte de los sectores dominantes, militares y sus cómplices civiles, y no una aventura golpista ni tan siquiera un generalizado episodio de crueldad, lo habido en Argentina desde marzo de 1976, con connatos previos, fue un genocidio, es decir la eliminación de grupos opuestos y contrarios a los planes de dictatoriales. Este debate que aún se resiste en algunos ámbitos, la figura penal de genocidio, viene siendo aceptado desde diferentes disciplinas –jurídica, sociológica, histórica, etc.- como producto de una fuerte e incansable lucha de los empecinados hacedores de memoria. 

La mera exposición de los CCD y E  son testimonios abrumadores del horror, y dan asimismo una información sobre los aspectos determinantes de lo allí acaecido; los campos de concentración abarcan diversos aspectos como espacios de referencia histórica: incitan al entendimiento sobre los crímenes, el lugar en sí evidencia cómo sucedieron los crímenes, y finalmente el contacto directo ayuda a desarrollar una relación personal con esos acontecimientos del pasado. La empatía con las víctimas se produce en lo profundo. No hay maquillaje posible.

El sostén más importante, sin duda alguna, es la memoria y testimonio de los sobrevivientes, que no se limita  sólo a la cotidianidad del horror, sino que identifican a los causantes del mismo. Personalizar a las víctimas y a los represores,  es asentar la índole humana no lejana al conjunto de la sociedad, y para que quienes entonces se acercan a los memoriales no sean meros espectadores asombrados o excéntricas visitas turísticas. 

En la construcción de la memoria colectiva se han desarrollado desde la última década en Argentina, juicios, centros, institutos, seminarios, publicaciones específicas en las que surgen nuevas investigaciones y materiales y que abarcan variedad de temáticas: el trabajo esclavo, los delitos sexuales, la búsqueda por los menores apropiados, el rol empresarial, la complicidad, la naturalización de la impunidad…

El genocidio se diferencia -entre otros aspectos- de otras formas de asesinato masivo, por el  papel del Estado como el perpetrador de los crímenes contra sus propios ciudadanos. El Estado se convirtió en el principal ejecutor de los crímenes. Y esto parece ser lo más costoso de ser asumido en Argentina, y, que sin embargo quienes se resisten a ello, no dudan en la calificación y comprensión de otros genocidios cometidos en otros países 

Auschwitz, es quizás el mayor símbolo del genocidio perpetrado por el nazismo. También en Argentina existen símbolos del genocidio, la ESMA es uno de ellos. 

Es impensable hablar de un ex Auschwitz. La memoria histórica lo rechaza radicalmente. Los millones de seres humanos allí exterminados nos lo impiden desde las capas más periféricas de la conciencia humana, como también el rechazo que produce el eliminar la significación del mismo. 

En Argentina hubo un genocidio, no puede hacerse una re-significación del genocidio, no hay lugar ni científico ni emocional para ello. Pueden inventarse otras caracterizaciones o apreciaciones, pero el genocidio en sí no tiene matices ni representaciones extrañas. 

Se ha realizado un asado en la ESMA, y puede afirmarse que es una más de las muchas actividades dentro de una representación de la memoria que se ejerce a diario en un predio donde el horror fue el determinante de su trascendencia. Sin embargo se ha señalado con dolor, rabia y tristeza, el significado de los “asados” en la ESMA. Las acciones anteceden a la comprensión, y ésta no es un requerimiento para la ejecución de la acción, pero sí el entendimiento, la comprensión de la misma, permite gestar y gestionar pensamiento, analizar el alcance de las acciones, sus repercusiones, desarrollar un enfoque crítico sobre la responsabilidad ante cada acción, como la que les corresponde a los grandes medios de comunicación que hoy se espantan de lo que ayer aplaudían.

Afirmar que la ESMA ya no es la ESMA es la consecuencia fatídica de la banalización de la política y del pasado inmediato, pero es también la apropiación de los derechos humanos en clave partidaria, es denostar todo pensamiento y sentimiento crítico; y banalizar el lenguaje arrancándole su contenido ideológico lleva a que los centros clandestinos de detención y exterminio sean meros salones de espectáculos con adornos retóricos, despojan el sentido de testimonio material de los centros clandestinos de detención y exterminio: sustraen el genocidio perpetrado, y entonces se alcanzará el objetivo de la negación del genocidio.

Por todo ello, y por todos ellos, los que nos completan: la memoria, como mínimo, es un arma de justicia.

Andrea Benites-Dumont
(AEDD)

Sucriben esta nota :
Agustín Moreno (Profesor); Carlos Taibo (Catedrático); Manuel Fernández (Solidaridad Obrera); José Manuel Martin Medem (periodista); José Luis Carretero (Profesor); Fernando Rocha (Casapueblos); Ernesto L. Cháneton (abogado);  Raúl Pascual (Casapueblos); Rubén Kotler (historiador)