lunes, 20 de febrero de 2012

La deriva del 15-M: almas, corrimientos, apoyo mutuo


por Carlos Taibo

Aunque la realidad hoy es más compleja, y las diferencias no faltan según los lugares, en su momento inicial el movimiento del 15 de mayo mostró dos almas diferentes. Si la primera la aportaban lo que acaso con poca fortuna hemos llamado ‘jóvenes indignados’, la segunda la configuraban las gentes de los movimientos sociales alternativos. Mientras en la primera se daban cita ante todo integrantes de las clases medias en activo proceso de desclasamiento, en la segunda se hacían valer realidades muy dispares, y entre ellas muchas de las vinculadas con las luchas obreras de siempre.

A mi entender, lo más común ha sido que esas dos almas se hayan vivificado mutuamente o, lo que es lo mismo, que hayan aprendido la una de la otra. Semejante vivificación ha corrido de la mano, con todo, de un corrimiento ideológico que merece atención. Y es que en la mayoría de los lugares -vuelvo a poner por delante esta cláusula- muchos de los ‘jóvenes indignados’, que en primera instancia parecían próximos a una propuesta meramente ciudadanista, han aceptado el buen sentido de un proyecto orgullosamente anticapitalista. Aclaremos qué es lo que significan los dos adjetivos que acabamos de emplear. Si el ciudadanismo plantea demandas que afectan en exclusiva a alguna cuestión precisa, no cuestiona el orden general del sistema y, al cabo, no pretende articular movimientos con vocación de permanecer, en el caso del anticapitalismo nos hallamos ante una contestación general y radical del sistema que se nos impone, una contestación que por lógica, y dada la magnitud de la tarea, debe materializarse en organizaciones con franca vocación de pervivir.

Retratemos lo anterior de la mano de una afirmación más precisa: en origen muchos de los ‘jóvenes indignados’ parecían contentarse con el cuestionamiento de lo que cabe entender que es la epidermis del sistema. El objeto de sus diatribas eran, por rescatar dos grandes discusiones, la corrupción y la precariedad. Aunque se trata, sí, de problemas importantes, no conviene engañarse en lo que hace a su relieve. Uno puede imaginar -ya sé que no es fácil- que conseguimos acabar con la corrupción: tal éxito en modo alguno será el final de nuestros problemas, toda vez que la lógica general de un sistema explotador y excluyente, el capitalismo, seguirá perviviendo por detrás. Otro tanto cabe decir de la precariedad, por muy cierto que sea que esta última marca poderosamente la vida cotidiana de muchas personas.

Pese a que muchos de los ‘jóvenes indignados’ han dejado atrás la contestación de la epidermis para encarar los problemas de fondo, a menudo perviven, entre lo que queda de las dos almas iniciales del movimiento, dos perspectivas diferentes. La primera, la más común entre los jóvenes recién mencionados, considera que nuestra tarea principal consiste en plantear propuestas que debemos esperar sean tomadas en consideración por nuestros gobernantes. La segunda estima, en cambio, que debemos crear espacios de autonomía en los cuales -sin precisar para nada de esos gobernantes- apliquemos reglas que, asentadas en la democracia de base, en la autogestión y en el apoyo mutuo, tienen por fuerza que ser muy diferentes de las hoy imperantes.

Salta a la vista que esas dos percepciones -mis preferencias se inclinan claramente por la segunda- son muy distintas. He tenido en ocasiones la oportunidad de comprobar, sin embargo, cómo pueden coexistir de manera llevaderamente fructífera. Valga un ejemplo, uno más, de lo que quiero decir: somos muchos los que no sentimos entusiasmo alguno por una propuesta, la que reclama una reforma de la ley electoral, que se sitúa en el terreno de la primera de las perspectivas que he identificado. No sentir entusiasmo por ella en modo alguno supone que cerremos los ojos ante la injusticia lacerante de la ley electoral en vigor. Así las cosas, si alguien nos pide nuestro apoyo para reclamar una reforma de esa ley, no hay mayor motivo para negarlo. Ese respaldo debe tener, con todo, su contrapartida: como quiera que no hay ningún motivo para concluir que quienes reivindican reformas en la ley electoral son hostiles a la creación de esos espacios de autonomía de los que antes hablé, lo suyo es que pidamos a estas gentes que en modo alguno nos dejen solos en la tarea correspondiente. Tiempo habrá para discutir, en suma, cuál de los dos proyectos que perviven tiene mejor sentido.

1 comentario:

MDF dijo...

Anhelo destruir su mundo, convertirlo en añicos, que sólo permanezca de él unos pocos átomos dispersos en la nada.

Lo que llama crisis vio la luz en septiembre del año 2007, cuatro años y cinco meses de un sufrimiento paulatinamente intensificado. Antes, por ese profeta que siempre veía la luz divina al final del túnel y, ahora, por ese mal alumno de Mr. Churchill que nos requiere cada vez más sangre, sudor y lágrimas. Eso sí, mientras con su silencio nos oculta que ni todos padecen ni todos lloran. Que existe en su reino una minoría de privilegiados, ubicados en el vértice de la pirámide social de rentas, dándose a la buena vida en sus mansiones, en sus yates de recreo, en sus paradisíacos lugares de vacaciones. ¿Cuánto durará esta situación?.
En año 2010 la revista Structure and Dynamics: eJournal of Anthropological and Related Sciences publicó el artículo de Korotayev y Tsirel titulado: A Spectral Analysis of World GDP Dynamics: Kondratieff Waves, Kuznets Swings, Juglar and Kitchin Cycles in Global Economic Development, and the 2008 - 2009 Economic Crisis. Los resultados de esa investigación científica fueron revolucionarios, marcaron un antes y un después, aunque, de los ajenos al círculo del saber, pocos se enteraron. Por vez primera, a través del análisis espectral, se confirmó la existencia de ondas de Kondratieff en la evolución temporal del Producto Interno Bruto (PIB). Aquí tiene un enlace al trabajo...
El PIB baja y vuelve a subir a lo largo de 47 a 60 años. Si en septiembre del 2007 estábamos en la cima, no volveremos a estar en ella hasta una fecha situada entre los años 2054 y 2067. Desde ese septiembre fatídico nuestra economía productiva se destruye. ¡Estamos en recesión!. ¿O cómo llamaría usted a esta situación donde el crecimiento del PIB es inferior a la inflación?. Y la destrucción proseguirá inexorable hasta una fecha ubicada entre los años 2030 a 2037. Tenemos por delante de 18 a 25 años donde nuestro padecer se convertirá en miseria y nuestra miseria en hambre. Donde nuestros hijos, como antaño, volverán a ser los hijos de la calle. Nada podrá hacer para evitarlo. El modelo económico del capital sólo le tolerará que adelante ese momento de recuperación desde el 2037 al 2030. ¡No sueñe con más!.

Pero y si... Pulsar "Entrar" en:

http://aims.selfip.org/spanish_revolution.htm