viernes, 8 de julio de 2011

Algo sobre el uso y abuso de la palabra popular; por Luis Mattini


Promiscuidad estética y mediocridad conceptual

Al parecer, la palabra popular no necesita demasiada explicación, puede decirse que todo el mundo sabe lo que significa. Sin embargo parece que ciertos especialistas de las llamadas ciencias sociales tienen una increíble confusión. Y como esa gente suele tener prensa, la cosa merece cierta atención, porque a ello se agrega que existe poca actividad tan superficial como el periodismo. Así es, según decía es periodista uruguayo Andrès Alsina Bea, el periodismo es superficial por definición. Por eso al cruzarse con popular, se transforma en explosivo.

En efecto, ahora se acostumbra usar esa palabra, popular, como adjetivo de ciertas ocupaciones, por ejemplo “Docente popular”; “Artista popular” “Trabajador popular”; “Pintor popular”; “Escritor popular”; “Poeta popular” ; Periodista popular, y así de seguido.

Veamos un tantito que dice el diccionario de esa palabra: del latin popularis . 1.- adj. Perteneciente o relativo al pueblo. 2 adj. Que es peculiar del pueblo o procede de él. 3.- adj Propio de las clases sociales menos favorecidas. 4.- adj Que está al alcance de los menos dotados económica o culturalmente. 5.- adj. Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general. 6.- adj Dicho de una forma de cultura: Considerada por el pueblo propia y constitutiva de su tradición.

Bien, sin embargo ha de admitirse que lo que en general entiende la población es la acepción número cinco, que es la más apropiada: Popular es aquello muy conocido, apreciado o valorado por el público, digamos por la población en general. Pero indagando en el tema con las demás acepciones veamos más respecto a la primera y segunda acepción. Empecemos por preguntarnos qué cosa serian los individuos de esas profesiones citadas si no fueran parte del pueblo. O dicho de otra manera: los docentes de todo el país que no se agregan ese adjetivo, ¿Pertenecerán al pueblo? ¿Vendrán de Marte? Porque una cosa es segura, los docentes son laburantes, quizás de cuello blanco, pero de ninguna manera son parte de la oligarquía, o sea son plebeyos, parte del pueblo. Luego…esos profesionales que se agregan el adjetivo ¿Se anotan en la tercera y cuarta acepción? ¿Es decir pertenecen a las clases sociales menos favorecidas o son menos dotados? Más luego todavía y aquí si hay que observar la pretensión ¿Quién otorga el adjetivo de la quinta acepción a los individuos? ¿O sea cómo sabe que son “populares” en el sentido de famosos, conocidos o queridos por el público?

Está claro que un artista, profesional, o cualquier persona pública, puede llegar a ser popular, pero en ningún caso por decisión propia. No es parte del curso que hizo, no lo da la academia, no es cuestión de voluntad, sino de otros múltiples factores que vienen desde afuera en donde el talento es prioritario. Lo que natura non da, Salamanca non presta. El más popular de todos los tiempos, Gardel, nunca dijo “yo soy un artista popular”, ni siquiera se lo propuso, le “salió” nomas. Va de suyo que, por ejemplo, quien consagró como popular a Perón, fue el 17 de Octubre. O sea, nunca un artista o un dirigente político o social es popular por decisión propia o porque se agregue esa palabra a su apellido. Con esto creo que sobre el arte y la política no hay nada más que decir, Esta perfectamente claro.

Pero resulta que ahora aparece el adjetivo popular en ciertas actividades, digamos, “científicas”, o al menos técnicas, que parecerían explicar que existe una ciencia normal, me atrevo a decir “burguesa” y otra “popular”. Claro, después de la vergüenza intelectual que este juicio me produce, puedo entender que las nuevas generaciones, que no conocieron el estalinismo, ignoren las fuertes polémicas y el repudio de la gente inteligente a la “teoría” estalinista que sostenía que había un “arte proletario”, una “ciencia proletaria” y ni hablar de la “moral” proletaria. Recomiendo los textos de Trotsky al respecto, son de una claridad meridiana, un placer para el intelecto. Y claro, tenemos que tener en cuenta que en estos tiempos de señoreo del eclecticismo, en que el llamado progresismo pegado al policlasista populismo, tomó el lugar de las visiones clasistas de los revolucionarios, la palabra popular pareciera reemplazar el contenido de viejos sueños de emancipación.

Entonces pregunto a esa persona que se autotitula, sin el más mínimo rubor, “Docente popular” ¿Tan conocido es Ud? Y esa persona me contesta “No, por favor señor, yo no me refiero a la fama, yo quiero decir que lo que hago es enseñar al pueblo” Entonces pregunto “Los miles de docentes del sistema educativo que no se autotitulan así ¿A quienes enseñan?” Entonces esa persona explica que esos docentes transmiten conocimientos de la ciencia burguesa o, como dicen ahora, “del sistema”, y en cambio él transmite conocimientos alternativos, o sea populares. Después de sacudirme el estupor por este regreso al estalinismo, claro que a un estalinismo ligth, dado que viene del progresismo, después de pedirles disculpas ajenas a los matemáticos, los físicos, los químicos, los historiadores, los ingenieros, los mecánicos, los lingüistas, los gramáticos , los geólogos, y la larga lista de esos burgueses, le pregunto a este señor pedagogo, docente, sociólogo, etc “popular”, con mala intención de mi parte, lo admito, de dónde obtiene esos conocimientos tan novedosos o alternativos que se propone transmitir al pueblo. Y esa persona vacila, medio tartamudea, y sólo puede balbucear: “del pueblo”

Y por fin sucede que ahora sí caigo en lo que yo no podía entender: que estas personas, es decir quienes se agregan ese adjetivo a su profesión, se proponen profesionalizar los conocimientos que tradicionalmente se transmiten de boca en boca, de mano en mano…..a ver…un profesional con título adjetivado para que nos enseñe a lavarnos las manos antes de comer, nos explique cómo se hace un huevo frito, o el nudo de la corbata, o como se pega un botón, cómo se puede alimentar a nuestro perrito que ahora se llama “mascota” con los restos de la comida del hogar, cómo se destapa el inodoro… epa, epa…se ataja nuestro consultado, tanto como eso no, no sólo eso, no sea ordinario… bueno…corregimos, y entonces el señor intenta explicarme lo que es la “ciencia popular”, pero como no puede conceptualizar, recurre al ejemplo y me habla de la arquitectura empleada en la expansión de la Villa 31 de Retiro, teniendo en cuenta que la propia Presidenta dijo que esa Villa reflejaba el crecimiento del país. Allí la gente construye sin necesidad de los arquitectos, parece que desarrolla una arquitectura popular.

Pero ahora la cosa está clara, ese agregado del adjetivo a profesiones, por otra parte muy tradicionales, por lo tanto burguesas, (entendiendo burguesa como una categoría, no como un insulto) es una forma de sistematizar los conocimientos espontáneos surgidos de la práctica social cotidiana. O sea hacerlos pedagogibles (perdón por el neologismo, lo acabo de inventar) para lo cual no podrán evitar buscar las regularidades, que no son más que el principio en que se basan las leyes, todo ello desde una supuesta óptica alternativa. ¿Alternativa a qué? ¿A qué superación de la “ciencia burguesa” se refieren si no puede salirse de su epitesmología; si los ejemplos que usan son fenómenos que devienen de la aplicación, aunque sea sui generis, de la conceptualización de las ciencias o técnicas “burguesas” En la Villa 31 construyen con regla, nivel, plomada y compás, por más que sea una regla torcida, un nivel desnivelado, un plomo de plomada y un compás sin punta. Dicho seriamente: una defectuosa imitación de la “técnica burguesa” ¿Sabe Ud que Stalin no sólo negó la obra de Freud por burguesa y judía sino la teoría de la Relatividad de Einstein, porque también era burguesa y judía? Eso es sabido. Luego es posible imaginarse que los soviéticos no habrían salido al espacio si sus sabios hubieran obedecido a Stalin ignorando las teorías de Einstein. Lo que no es muy sabido, en cambio, es la notable cantidad de empleados de las embajadas rusas en el exterior a la URSS, que aprovechaban a hacer terapias con psicoanalistas

¿Cómo se explica semejante mal uso del concepto de popular? Mirado a fondo el asunto y un poco mal mirado, lo confieso, da toda la sensación que esta malversación es el producto de las frustraciones de postulantes a artistas o científicos “fracasados”, entrecomillando la palabra ya que no es un adjetivo de mi gusto por lo peyorativo, que de alguna manera encontraron una manera de ganarse la vida en medio del reino de la promiscuidad estética y la mediocridad conceptual, en esta era del fin de los grandes relatos. Es en esta situación, cuando, a pesar de mi critica y mi entendimiento sobre su inevitable y necesario fin, confieso que suelo echar de menos esos grandes relatos que a veces impedían el desarrollo de la estupidez, protegida por las ciencias sociales y disfrazada de “alternativa”.

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