jueves, 3 de marzo de 2011

¿QUÉ POLÍTICA HA RETORNADO CON LA CAMPORA? , por Luis Mattini

La política se ha retomado, dicen los kirchneristas y sus aliados de oro, los stalinistas, mirando a su propia imagen en el espejo que se la devuelve, como a Narciso, remozada, recuperada de la catástrofe. Entre paréntesis, no caben dudas que los dos dogmas eternos que creó la humanidad son el catolicismo y el stalinismo; parecen indestructibles. Pero, yendo a tema del título, es al menos extraño alabar el retorno de la política en un país donde el Gobierno vive haciendo trampas legales, desestima a la oposición y sigue pegando después de haber prometido que la nueva ley electoral era para sanear el sistema.

Creo que hace más de un lustro que los constituyentes, entre ellos la Cristina y su marido calificaron a los partidos políticos, que poco y nada antes habían sido mencionados en la Constitución, como "instituciones fundamentales del sistema democrático", con lo cual se hermanaron también con el mito liberal del llamado pluripartidismo supuestamente garante de la democracia representativa. Pasada la implosión del 19 y 20 de diciembre, algunos partidos recuperaron parte de sus energías internas pero en su mayoría se dedicaron a las competencias electorales y al trapichuleo de candidaturas. Crecieron como hongos en tierra húmeda los llamados "espacios", como si se hubiese descubierto la Asamblea del Ágora, no en la pequeña Atenas, sino en una gran Urbe como es Buenos Aires. Los límites fueron de los más chirles, fofos, donde lo ideológico serio, de izquierda a derecha, brillaba por su ausencia, bien parecido a la típica fatuidad del mundo el deporte. Si hace décadas algunos pensadores franceses habían enunciado que la política se había transformado en espectáculo, ahora, por lo menos en Argentina, la política se transformó en un evento deportivo. Los políticos parecen jugadores hablando de la mala o buena suerte en la cancha. Les falta el detalle de mascar chicles y torcer un poco más la boca para responder a los reporteros. La cara, ya la tienen.

Por eso es que hay que tener muy en cuenta que esta pretenciosa idea de esa supuesta recuperación de la política no parte de la información fehaciente sobre la batida de todos los records conocidos en cantidad de partidos oficializados durante el gobierno de Kirchner, se calcula entre setecientos y ochocientos. Así es como se mantiene en el país un aparato partidista enclenque que, sin embargo, aparenta reunir mucha gente. Pero lo curioso es que si bien se dice que uno de cada tres ciudadanos está afiliado a algo, es bien difícil encontrar a una persona que te indique la dirección de un local partidario. Esta tremenda burocracia partidaria debería ser un llamado de atención sobre la amenaza de una calamidad en la burocracia estatal futura. Es decir, si así son los simples afiliados, qué no serán cuando asuman cargos en el Estado.

Vistas las cosas de este modo, se comprende que el supuesto fortalecimiento de la política, la supuesta recreatividad, no es la señal de un resplandecer colectivo sino de la constitución de facciones kirchneristas y sus flamantes aliados, estos stalinistas que ahora se lavan definitivamente las culpas de la Unión Democrática, agrupadas en torno al aparto del Estado. Muchos son empleados públicos y de esta manera se están repitiendo, no las mejores experiencias, sino algunas de formas más negras del peronismo, como recuerdan nuestros padres y abuelos.

Están vendiendo un buzón: pretenden que estos hechos pueden compararse con las épocas de las juventudes políticamente comprometidas de hace varias décadas, digamos de los sesenta o setenta. Pero olvidan que aquel compromiso, cuyo símbolo fue el Mayo francés, no toleraba, ni por asomo, ni un atisbo de frivolidad. No había lugar para los émulos de Tinelli o Mirtha Legrand.

Claro que los rasgos nostálgicos de esta comparación ya que la inaudita – y sobre todo inédita-- banalidad contemporánea, presente desde el estadio de River Plate, pasando por el diario La Nación, publicando suplementos tilingos, incluída cierta sospechosa vulgata en relación a la remodelación del Teatro Colón hasta, por supuesto, la Televisión, nos deja un poco como viejos gruñones. No hay nada que nos venga bien. Sólo que en nuestra juventud tampoco hubo nada que nos viniera bien y por eso nos hicimos guevaristas.

Que los jóvenes supuestamente hayan vuelto a la política de la mano de una organización juvenil que lleva el nombre de un político conservador, no es poco detalle de época. Que Héctor Cámpora fue quizás una excelente persona, que tuvo el mérito de firmar el decreto de liberación de los presos políticos en 1973, no quita que era un conservador. Pero eso nos recuerda que el Frejuli fue a elecciones nada menos que aliado de los conservadores mágicamente llamados “populares” ¿Ha olvidado Ud. a Solano Lima? Curioso, los peronistas comparten con los stalinistas su capacidad para hacer buenas migas con los conservadores y los militares, con quienes socialmente no tienen nada en común, en proporción directa a su tirria a los radicales, con quienes en realidad son casi sus primos hermanos.

Pero lo que el mentor de la Cámpora debería estudiar más a fondo es a los intelectuales que apelotonan en ese árbol diciendo que aquellos “pensaron” y preguntando a los jóvenes que habrán de e hacer ellos. Recordemos de entrada que los allí nombrados, en su mayoría, primero actuaron, luego pensaron, porque eran, como el Ché, como nosotros, hijos de una época de acción.

Digamos que más allá de eso, sería interesante que el Kirchnercito, ese joven que monitorea la Cámpora, se molestara a leer a alguno de sus recomendados. Por ejemplo Jaureche, ¿Recuerda Ud. que este tozudo vasco le dio un portazo a Perón? Además con solo leer cualquiera de los libros de Jaureche veríamos que él sería el primero de reírse a carcajadas de esa pantomima llamada “despertar de la política”

Pero veamos dónde va la Cámpora, y veamos que no es caprichoso usar ese nombre. Porque, por ejemplo, Aramburu y Rojas fueron sin dudas el súmmum del gorilismo, por su parte Arturo Frondizi se hizo cargo del concepto burgués de desarrollo, ese sueño pequeñoburgués del que quedará pegado, sin poder realizarlo hasta hoy Fidel Castro, a pesar de las advertencias del Che sobre el tema. Pero, siguiendo la onda argentina, aparecerá Onganía portavoz del corporativismo conservador. ¿Qué “representó” entonces el conservador Héctor Cámpora?. Como inesperado presidente aportó la práctica de copar. Si Lenin fue el autor de la teoría del asalto al poder, el Tío Cámpora engendró en sus seguidores la tentación del “copar”. Digamos que es una práctica bien sindicalista. Parece ser que aquellos a los que Perón Llamó “imberbes” imaginaron que el Tío sería capaz de llevar remolcado a Perón hacia la "patria socialista" por medio de una serie de copamientos; sólo que no contaron con el hecho de que Perón no sólo vivía, sino que poseía una notable lucidez y así mientras los camporistas del 73 se dedicaban boludamente a tomar edificios estatales como remedo de territorios liberados, para luego con Perón en la presidencia, volcar al país al socialismo nacional, el líder justicialista amarraba fuerte a los que él consideraba los verdaderos peronistas. ¿Habrá algo de eso ahora?.

Repetimos por las dudas: Gobernar era para ellos ocupar espacios físicos, territorios estatales, reparticiones públicas, sobre todo las formales, Universidades, palacetes, guarderías, nada de cuarteles, comisarías o ministerios del interior o de economía. Los civiles armados que habían contribuido en forma determinante a la caída de Lanusse bajo diversas siglas luego reunidas bajo la denominación Montoneros, se unieron a desfilar con los hermanos de uniforme de igual color, azul, claro, en lo que se llamó “Operativo Borrego”

Oh paradoja, Oh historia implacable!!! El general Perón, sutil estratega, sin dudas un gran estadista, no se dejó engañar por el azul de los uniformes montoneros a pesar que tenia motivos de sobra para precaverse del verde oliva que estaba asaltando cuarteles en serio, no, Perón defenestró sin piedad a su fiel colaborador el conservador Cámpora y regresó al sillón presidencial de la mano de un sórdido personaje de la política, un tal Lastiri.

Regresó la política y el debate, bardean hoy muchos simpatizantes del Gobierno. Pero no siempre está claro a qué debate se refieren. El kirchnerismo es una corriente peronista vertical, quizás la más vertical de todas, porque el ex presidente fue uno de los peronistas más absolutistas (al extremo que en cierta oportunidad De la Sota los trató de estalinistas) lo cierto es que todas las grandes decisiones que adoptó desde el poder, las buenas y las malas; lo mismo que las principales candidaturas, siempre fueron de cúpula, bajando el pulgar en forma alevosa.

Claro que en todas esas situaciones gozó de un entusiasta respaldo de la militancia, lo cual, a mi criterio, pareciera mostrar que la adhesión de los stalinistas se explica porque el kirchnerismo es profundamente stalinista. Así, se puede ver con claridad que en la acción común con los demás sobresalen las expresiones mucho más esmeradas en descalificar a los oponentes que en convencerlos. Eso es esencia del estalinismo.

Se puede reconocer que algunos debates parlamentarios tuvieron momentos interesantes, la re estatización del sistema previsional o el tratamiento del matrimonio gay, por ejemplo, pero en los asuntos específicamente vinculados con la política, reaparecen los peores vicios, la antigua maña de discutir reglas de juego en medio del partido.

La forma clásica y popular de definir la labor de la Cámpora supuestamente atrayendo a los jóvenes a la política, quiero decir la manera tradicional de definir esta increíble estafa, sería decir que los jóvenes están aprendiendo a hacer politiquería

En otros lugares que no sea en esa militancia, la expresión "la política" a veces adquiere una connotación negativa, porque con cierta frecuencia adolece de enfoques ideologizados disfrazados de verdades objetivas. Es una confusión similar a la expresión “apolítico” para decir “apartidario”. En realidad no se trata de que la política deba re-prestigiarse, la burguesía y el populismo, bien ayudados por los estalinistas, han hecho un trabajo destructivo excepcional. Eso que parece política y que está a la vista, eso que vemos y creemos conocer, es sin dudas, como dicen los italianos, una merde.

No, no se trata de re-prestigiar a la política. En realidad de lo que se trata es de que la política está en otra parte, frase esta que se la tomo prestada al título del libro de López Echague. De lo que se trata entonces, es de saber dónde está la política y encontrarla, como lo hicimos cuando seguimos al Che.

Especial para La Fogata

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