jueves, 21 de julio de 2011

Hebe y una forma de derrota, por Luis Mattini

Cuando el poder expresado en las FF.AA en 1976 logró aislarnos en política, nos infligió durísimos golpes, dispersó nuestras fuerzas de tal modo que nunca pudimos recuperarnos, hablamos primero de derrota “táctica”, de perder batallas pero no la guerra, hasta que finalmente tuvimos que reconocer que habían logrado derrotar nuestro proyecto revolucionario. El país se orientaba hacia rumbos distintos y, agotada la dictadura, se dirigió hacia el Estado de Derecho actual en donde el discurso sobre los derechos humanos, derechos elementales, si lo hay, ocupó el lugar de nuestro proyecto libertario.

Y es obvio que en ese proceso sufrimos mucho. Sufrimos físicamente la brutalidad de la represión, pero también experimentamos el abatimiento por su resultado. La destrucción del proyecto nos provocó bronca, odio, rencor, sentimientos difíciles de soportar pero superables, asimilables y de tanto en tanto podemos recuperarnos de los mismos, porque son provocados desde afuera, desde el enemigo, porque se expresan con el cuerpo pero son exteriores a él. Son las expresiones mas tajantes del ser humano para los demás, hacia afuera. En cambio el dolor es interno, es del cuerpo, viene desde adentro, es del hombre para sí mismo. Cuando aparece el dolor, el cuerpo se lastima adentro y eso no sólo es insoportable sino insuperable y mucho menos asimilable. Esta condición casi siempre amenaza los sueños, entonces aparece la derrota.

A algunos no lograron derrotarnos los sueños y entonces, aún podemos reconocer las derrotas sin sentirnos derrotados, pero el dolor carcome el interior buscando la salida mientras tanto…

Y eso es precisamente lo que siento con mucha fuerza al ver las imágenes de Hebe de hoy. La realidad de Hebe que nos conmueve hoy no es un accidente sino la erupción resultante de un largo proceso de deterioro de esa Asociación Madres de Plaza de Mayo, su universidad y algunos otros organismos de Derechos Humanos. Y el dolor es grande porque no puedo olvidar que cada madre hace lo que puede, hizo lo que pudo frente al asesinato o desaparición de su hijo, incluso hizo mucho más de lo que pudo. Muchas se animaron a pelear contra todo por la desaparición de sus hijos que dejaron la vida luchando por un mundo mejor para todos. Quizás sea necesario aclarar que esto lo escribo con todo respeto porque no me olvido que estamos hablando de mujeres no preparadas para una acción autónoma, sino más bien criadas para caminar un paso detrás de su marido, criar hijos y cuidar el hogar.

El deterioro empezó hace muchos años, cuando Madres de Plaza de Mayo se dividió, entre otras cosas por el absolutismo de Hebe, quien en nombre del derecho abstracto les negaba a otras madres el derecho concreto, incluso el deseo, de buscar los restos de sus hijos. También habrá de convenirse que el amparo, y las responsabilidades asignadas a Schoklender constituyeron una extraña decisión que no hizo más que oscurecer a la Institución que conduce Hebe. Las arbitrarias, prepotentes y a veces ilegales gestiones de ese sujeto, despidos, ruptura de contratos, maltratos, etc eran voz populi y es difícil imaginar que Hebe las ignorase.

Sin embargo, el deterioro de la imagen de Hebe se hizo evidente cuando se presentó en la Casa Rosada durante en el absurdo gobierno de Rodríguez Saa y se puso a sus órdenes. Mucha gente sufrió el dolor hasta las tripas, sintiendo que la sangre derramada era negociada y entonces comenzó la pérdida de la confianza y la fe en Su Asociación, Su Universidad, y Su Sergio recuperado

¿Por qué Hebe? Está claro que nadie le puede quitar los méritos pasados y justo por eso aparece el dolor. También es cierto que oportunistas de toda laya la han rodeado, halagado y utilizado para usufructo propio en diferentes oportunidades. Cierta parte de la izquierda tradicional para lavar sus culpas, políticos en busca de credibilidad y para tener más votos a su favor, y una gran cantidad de gente que simplemente resolvió su problema laboral. Schoklender es la parte visible y más aguda de un variado y extenso negocio, administrado bajo la crudas reglas capitalistas de patrón-empleado, que dejó muchos heridos por el camino. Esa gente, la que se vio beneficiada directamente con el negocio, es responsable de que Hebe sea una alegoría intocable olvidando que el símbolo son los pañuelos y no las personas.

¿Qué pasó y que pasa con Hebe? ¿Cómo es posible que sea parte de ese deterioro? Recuerdo que cuando China rompió con la URSS y por lo tanto empezó a ser hostil con Cuba, a Fidel le preguntaron qué opinaba de Mao Tse Tung, quien había sido el gran timonel de la Revolución China; y Fidel dijo: “Ud sabe que la astronomía ha demostrado que hubo brillantes estrellas que se apagaron. Pues eso pasó con Mao, es una estrella que se apagó” Me pregunto si no será aplicable esta metáfora al caso de Hebe. Si es así, si es una estrella que se apagó, es posible pensar que podría recuperar la luz si se quitara el pañuelo, y dejara a otras madres “el símbolo” y se dedicada a lo que quiera como cualquier ciudadano que habita este suelo.

Y en tal sentido Hebe goza de los mismos derechos que cualquiera de nosotros, el derecho a tener ideas propias y a cambiar de ideas. Por eso es que si ella ha decidido apoyar el llamado ”modelo” actual, este supuesto post neo liberalismo que claramente consiste en una base productiva agro-industrial dictada, no por los EE.UU, sino por el Imperio, es decir el capital mundial, del cual la burguesía argentina es parte y el gobierno de los Estados Unidos, su policía. Este modelo que en lo interno incluye una política contenedora de desbordes sociales mediante subsidios a los sectores expulsados del campo y marginados por el sistema productivo, si ella ha decidido apoyar este modelo, está en su derecho. Porque puede ser que ella crea sinceramente, como tantos otros setentistas, que por ahí pasa el progreso actual. No sabemos tampoco qué pensarían sus hijos marxistas leninistas si vivieran, quizás también apoyarían, pero sí sabemos exactamente qué pensaban ellos en su tiempo, que fue también mi tiempo. Pero entonces le pido que deje el pañuelo para las madres que continúan su labor fieles a los ideales de sus hijos

Por otro lado cabe tener en cuenta que Hebe no es la única responsable de todo ese deterioro, de toda esa manipulación de la historia reciente que afecta a varios organismos de Derechos Humanos, pero ocurre que el culto a la figura de Hebe, como todo culto a la personalidad, impide razonar, fomenta el maniqueísmo, e imposibilita cualquier movimiento de rectificación.

Por eso es también necesario, imprescindible, sacar a Hebe del lugar de víctima en el que la pone esta pacata izquierda estalinista o nacional y popular, sociedad ultra machista con discurso seudo feminista. Esos que dicen: “Pobre Hebe la cagaron. O los que dicen “La culpa la tiene Cristina que le dio poder a una mujer que no estaba preparada”, en ambas lecturas la víctima es la misma: Hebe. Cualquier persona pensante, cualquier militante experimentado sabe que cuando aparece la víctima, se detiene el pensamiento. Sabe que ese fue un recurso muy usado dentro de las disputas internas marcadas por el estalinismo; recurso que supone que el cerebro de la victima está más autorizado o piensa cosas más inteligentes que los demás. Por lo tanto se sabe que fabricar víctimas es una burda triquiñuela operativa, a veces inconsciente, pero triquiñuela al fin. Hebe no es víctima, nunca lo fue, como no lo fuimos ninguno de los setentistas que nos jugamos en un proyecto revolucionario sabiendo los riesgos que corríamos. Y precisamente por eso Hebe fue quien fue, por eso fue estrella

Finalmente, si los ideales de los setentas siguen malversados por quienes creen que este modelo productivo imperial, sojero-automotor que incluye como componente una cuota de necesaria corrupción, es la consumación de esos ideales; entonces si será la derrota. Porque si la corrupción señorea aquí, en el corazón del discurso de los derechos humanos, nos habrán robado los sueños y, como se dijo, la derrota de los sueños es el triunfo final del enemigo.

viernes, 8 de julio de 2011

Algo sobre el uso y abuso de la palabra popular; por Luis Mattini


Promiscuidad estética y mediocridad conceptual

Al parecer, la palabra popular no necesita demasiada explicación, puede decirse que todo el mundo sabe lo que significa. Sin embargo parece que ciertos especialistas de las llamadas ciencias sociales tienen una increíble confusión. Y como esa gente suele tener prensa, la cosa merece cierta atención, porque a ello se agrega que existe poca actividad tan superficial como el periodismo. Así es, según decía es periodista uruguayo Andrès Alsina Bea, el periodismo es superficial por definición. Por eso al cruzarse con popular, se transforma en explosivo.

En efecto, ahora se acostumbra usar esa palabra, popular, como adjetivo de ciertas ocupaciones, por ejemplo “Docente popular”; “Artista popular” “Trabajador popular”; “Pintor popular”; “Escritor popular”; “Poeta popular” ; Periodista popular, y así de seguido.

Veamos un tantito que dice el diccionario de esa palabra: del latin popularis . 1.- adj. Perteneciente o relativo al pueblo. 2 adj. Que es peculiar del pueblo o procede de él. 3.- adj Propio de las clases sociales menos favorecidas. 4.- adj Que está al alcance de los menos dotados económica o culturalmente. 5.- adj. Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general. 6.- adj Dicho de una forma de cultura: Considerada por el pueblo propia y constitutiva de su tradición.

Bien, sin embargo ha de admitirse que lo que en general entiende la población es la acepción número cinco, que es la más apropiada: Popular es aquello muy conocido, apreciado o valorado por el público, digamos por la población en general. Pero indagando en el tema con las demás acepciones veamos más respecto a la primera y segunda acepción. Empecemos por preguntarnos qué cosa serian los individuos de esas profesiones citadas si no fueran parte del pueblo. O dicho de otra manera: los docentes de todo el país que no se agregan ese adjetivo, ¿Pertenecerán al pueblo? ¿Vendrán de Marte? Porque una cosa es segura, los docentes son laburantes, quizás de cuello blanco, pero de ninguna manera son parte de la oligarquía, o sea son plebeyos, parte del pueblo. Luego…esos profesionales que se agregan el adjetivo ¿Se anotan en la tercera y cuarta acepción? ¿Es decir pertenecen a las clases sociales menos favorecidas o son menos dotados? Más luego todavía y aquí si hay que observar la pretensión ¿Quién otorga el adjetivo de la quinta acepción a los individuos? ¿O sea cómo sabe que son “populares” en el sentido de famosos, conocidos o queridos por el público?

Está claro que un artista, profesional, o cualquier persona pública, puede llegar a ser popular, pero en ningún caso por decisión propia. No es parte del curso que hizo, no lo da la academia, no es cuestión de voluntad, sino de otros múltiples factores que vienen desde afuera en donde el talento es prioritario. Lo que natura non da, Salamanca non presta. El más popular de todos los tiempos, Gardel, nunca dijo “yo soy un artista popular”, ni siquiera se lo propuso, le “salió” nomas. Va de suyo que, por ejemplo, quien consagró como popular a Perón, fue el 17 de Octubre. O sea, nunca un artista o un dirigente político o social es popular por decisión propia o porque se agregue esa palabra a su apellido. Con esto creo que sobre el arte y la política no hay nada más que decir, Esta perfectamente claro.

Pero resulta que ahora aparece el adjetivo popular en ciertas actividades, digamos, “científicas”, o al menos técnicas, que parecerían explicar que existe una ciencia normal, me atrevo a decir “burguesa” y otra “popular”. Claro, después de la vergüenza intelectual que este juicio me produce, puedo entender que las nuevas generaciones, que no conocieron el estalinismo, ignoren las fuertes polémicas y el repudio de la gente inteligente a la “teoría” estalinista que sostenía que había un “arte proletario”, una “ciencia proletaria” y ni hablar de la “moral” proletaria. Recomiendo los textos de Trotsky al respecto, son de una claridad meridiana, un placer para el intelecto. Y claro, tenemos que tener en cuenta que en estos tiempos de señoreo del eclecticismo, en que el llamado progresismo pegado al policlasista populismo, tomó el lugar de las visiones clasistas de los revolucionarios, la palabra popular pareciera reemplazar el contenido de viejos sueños de emancipación.

Entonces pregunto a esa persona que se autotitula, sin el más mínimo rubor, “Docente popular” ¿Tan conocido es Ud? Y esa persona me contesta “No, por favor señor, yo no me refiero a la fama, yo quiero decir que lo que hago es enseñar al pueblo” Entonces pregunto “Los miles de docentes del sistema educativo que no se autotitulan así ¿A quienes enseñan?” Entonces esa persona explica que esos docentes transmiten conocimientos de la ciencia burguesa o, como dicen ahora, “del sistema”, y en cambio él transmite conocimientos alternativos, o sea populares. Después de sacudirme el estupor por este regreso al estalinismo, claro que a un estalinismo ligth, dado que viene del progresismo, después de pedirles disculpas ajenas a los matemáticos, los físicos, los químicos, los historiadores, los ingenieros, los mecánicos, los lingüistas, los gramáticos , los geólogos, y la larga lista de esos burgueses, le pregunto a este señor pedagogo, docente, sociólogo, etc “popular”, con mala intención de mi parte, lo admito, de dónde obtiene esos conocimientos tan novedosos o alternativos que se propone transmitir al pueblo. Y esa persona vacila, medio tartamudea, y sólo puede balbucear: “del pueblo”

Y por fin sucede que ahora sí caigo en lo que yo no podía entender: que estas personas, es decir quienes se agregan ese adjetivo a su profesión, se proponen profesionalizar los conocimientos que tradicionalmente se transmiten de boca en boca, de mano en mano…..a ver…un profesional con título adjetivado para que nos enseñe a lavarnos las manos antes de comer, nos explique cómo se hace un huevo frito, o el nudo de la corbata, o como se pega un botón, cómo se puede alimentar a nuestro perrito que ahora se llama “mascota” con los restos de la comida del hogar, cómo se destapa el inodoro… epa, epa…se ataja nuestro consultado, tanto como eso no, no sólo eso, no sea ordinario… bueno…corregimos, y entonces el señor intenta explicarme lo que es la “ciencia popular”, pero como no puede conceptualizar, recurre al ejemplo y me habla de la arquitectura empleada en la expansión de la Villa 31 de Retiro, teniendo en cuenta que la propia Presidenta dijo que esa Villa reflejaba el crecimiento del país. Allí la gente construye sin necesidad de los arquitectos, parece que desarrolla una arquitectura popular.

Pero ahora la cosa está clara, ese agregado del adjetivo a profesiones, por otra parte muy tradicionales, por lo tanto burguesas, (entendiendo burguesa como una categoría, no como un insulto) es una forma de sistematizar los conocimientos espontáneos surgidos de la práctica social cotidiana. O sea hacerlos pedagogibles (perdón por el neologismo, lo acabo de inventar) para lo cual no podrán evitar buscar las regularidades, que no son más que el principio en que se basan las leyes, todo ello desde una supuesta óptica alternativa. ¿Alternativa a qué? ¿A qué superación de la “ciencia burguesa” se refieren si no puede salirse de su epitesmología; si los ejemplos que usan son fenómenos que devienen de la aplicación, aunque sea sui generis, de la conceptualización de las ciencias o técnicas “burguesas” En la Villa 31 construyen con regla, nivel, plomada y compás, por más que sea una regla torcida, un nivel desnivelado, un plomo de plomada y un compás sin punta. Dicho seriamente: una defectuosa imitación de la “técnica burguesa” ¿Sabe Ud que Stalin no sólo negó la obra de Freud por burguesa y judía sino la teoría de la Relatividad de Einstein, porque también era burguesa y judía? Eso es sabido. Luego es posible imaginarse que los soviéticos no habrían salido al espacio si sus sabios hubieran obedecido a Stalin ignorando las teorías de Einstein. Lo que no es muy sabido, en cambio, es la notable cantidad de empleados de las embajadas rusas en el exterior a la URSS, que aprovechaban a hacer terapias con psicoanalistas

¿Cómo se explica semejante mal uso del concepto de popular? Mirado a fondo el asunto y un poco mal mirado, lo confieso, da toda la sensación que esta malversación es el producto de las frustraciones de postulantes a artistas o científicos “fracasados”, entrecomillando la palabra ya que no es un adjetivo de mi gusto por lo peyorativo, que de alguna manera encontraron una manera de ganarse la vida en medio del reino de la promiscuidad estética y la mediocridad conceptual, en esta era del fin de los grandes relatos. Es en esta situación, cuando, a pesar de mi critica y mi entendimiento sobre su inevitable y necesario fin, confieso que suelo echar de menos esos grandes relatos que a veces impedían el desarrollo de la estupidez, protegida por las ciencias sociales y disfrazada de “alternativa”.